El regalo de agradecimiento



Había una vez en una hermosa escuela de Argentina, un grupo de niños muy traviesos y juguetones que asistían al jardín de infantes. En este jardín, vivían muchas aventuras y aprendizajes junto a su maestra, la señorita Lola. La señorita Lola era una persona muy especial, siempre tenía una sonrisa en su rostro y un cariño infinito por sus pequeños alumnos.

Un día, los niños se dieron cuenta de que se acercaba el fin del año escolar, y con él, se despedirían de la etapa de infantil para comenzar la primaria. Los pequeños querían hacer algo especial para agradecer a la señorita Lola por todo lo que les había enseñado y brindado durante esos tres años. Decidieron prepararle un regalo muy especial, pero no sabían qué podía ser.

Entonces, se reunieron en un círculo y comenzaron a pensar en las cosas que más les gustaba hacer en el jardín. Recordaron las hermosas manualidades que la señorita Lola les enseñaba a hacer, los cuentos que les contaba con tanto entusiasmo, y las canciones que cantaban juntos. Fue entonces cuando a Juanito, el niño más creativo del grupo, se le ocurrió una brillante idea.

- ¡Ya sé! Podríamos hacer un libro de agradecimiento para la señorita Lola, donde cada uno escriba o dibuje algo que quiera agradecerle. Podríamos poner todas las cosas lindas que ella nos enseñó y compartirlas con ella.

A todos los niños les encantó la idea y se pusieron manos a la obra. Durante varios días, cada niño dedicó tiempo a escribir o dibujar en el libro, plasmando todo su cariño y agradecimiento hacia la señorita Lola. Finalmente, el libro estaba listo, lleno de colores, dibujos y palabras que expresaban todo el amor de los niños hacia su querida maestra.

El día de la despedida llegó, y los niños entregaron el libro a la señorita Lola. Al abrirlo, sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción al ver todo el amor y agradecimiento que sus pequeños alumnos le habían dedicado. La señorita Lola abrazó a cada uno de los niños, agradeciéndoles por el maravilloso regalo que le habían dado.

Desde ese día, la señorita Lola conservó ese libro como uno de sus tesoros más preciados, recordándole siempre el hermoso vínculo que había creado con sus pequeños alumnos. Y los niños, ahora en la primaria, llevaban consigo los hermosos aprendizajes y el cariño de su maestra, sabiendo que siempre tendrían un lugar especial en su corazón.

FIN.

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