El regalo de Gael



En un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza vivía Gael, un niño de ocho años con una gran curiosidad y un corazón aún más grande.

A Gael le encantaba jugar con sus amigos en el parque, correr por los campos y explorar cada rincón del lugar. Un día soleado, mientras Gael jugaba en el parque con sus amigos Mateo y Sofía, vio a una niña triste sentada en un banco.

Se acercó a ella y le preguntó: "¿Qué te pasa? ¿Por qué estás triste?" La niña levantó la mirada y respondió tímidamente: "Es que no tengo juguetes para jugar como ustedes. "Gael sintió un nudo en la garganta al ver la tristeza en los ojos de la niña.

Recordó las palabras de su mamá sobre la importancia de compartir con los demás y sin dudarlo un segundo, dijo: "- ¡No te preocupes! Puedes jugar con mis juguetes si quieres.

" La niña se iluminó de alegría y juntos comenzaron a jugar. Esa tarde, Gael compartió sus juguetes con la niña y descubrió lo feliz que se sentía al hacer sonreír a alguien más.

Al regresar a casa, le contó a su mamá lo sucedido y ella lo abrazó con orgullo diciendo: "- ¡Qué hermoso gesto has tenido, Gael! Siempre recuerda que compartir es una forma maravillosa de hacer felices a los demás.

"Los días pasaron y Gael siguió compartiendo no solo sus juguetes, sino también su tiempo y cariño con aquellos que lo necesitaban. Un día, mientras caminaba por el parque, vio a Mateo mirando tristemente un helado derretido en el suelo. "- ¿Qué pasó?" preguntó Gael preocupado.

Mateo explicó que había comprado ese helado con mucho esfuerzo pero se le cayó antes de poder disfrutarlo. Sin dudarlo, Gael le ofreció compartir su propio helado con él. Los dos amigos rieron juntos mientras compartían el helado.

La generosidad de Gael se volvió contagiosa en Villa Esperanza. Pronto todos los niños aprendieron la importancia de compartir gracias al ejemplo de Gael. El parque se llenaba de risas y juegos compartidos entre amigos que entendían que juntos eran más felices.

Y así, Gael descubrió que cuando se comparte lo bueno con los demás, no solo se llena el corazón propio de alegría sino también se siembra amor y amistad en cada acto generoso.

Desde entonces, todos recordaban aquella lección aprendida por medio del ejemplo vivo del pequeño gran héroe llamado Gael: compartir es amar multiplicadamente.

FIN.

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