El regalo de Isabela
Había una vez una familia muy especial que vivía en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz. En esa familia, estaban los papás, Omar y Frances, y las hermanitas Catalina y Estela.
Eran una familia muy unida y siempre se apoyaban mutuamente. Un día, mientras todos decoraban el árbol de Navidad, Frances les dio una noticia emocionante a sus hijas: "¡Familia! ¡Tengo algo muy importante que contarles! ¡Vamos a tener otra hermanita!".
Las niñas abrieron los ojos como platos y no podían contener su emoción. Desde ese momento, Catalina y Estela comenzaron a imaginar cómo sería su nueva hermanita. Soñaban con jugar juntas, compartir secretos y divertirse en familia.
Pasaron los días mientras esperaban ansiosas la llegada de Isabela. Finalmente, llegó el día en que Isabela vino al mundo. La casa se llenó de alegría cuando Omar anunció: "¡Nuestra princesa ha nacido!".
Catalina y Estela corrieron emocionadas hacia la habitación donde estaba su mamá para conocer a su nueva hermanita. Cuando vieron por primera vez a Isabela, quedaron maravilladas por lo pequeñita que era. Sus mejillas rosadas y sus ojitos brillantes las llenaron de amor instantáneamente.
Desde ese momento supieron que harían todo lo posible para cuidarla y protegerla. Catalina fue la primera en tomar a Isabela entre sus brazos con mucho cuidado: "Hola Isabela, soy tu hermana mayor Catalina", le dijo con ternura.
Estela también quería conocerla mejor, así que tomó a Isabela y le dijo: "¡Hola hermanita! Soy Estela, tu hermana menor. ¡Vamos a ser las mejores amigas!". A medida que pasaban los días, Catalina y Estela aprendieron a cuidar de su hermanita.
Aprendieron cómo sostenerla correctamente, cómo cambiarle el pañal y cómo cantarle canciones para hacerla dormir. Juntas descubrieron que la llegada de Isabela había fortalecido aún más el amor en su familia.
Poco a poco, Isabela comenzó a crecer y se convirtió en una niña muy curiosa y activa. Siempre estaba explorando el mundo que la rodeaba con sus ojitos chispeantes. Catalina y Estela estaban encantadas de mostrarle todas las cosas maravillosas del pueblo.
Un día, mientras paseaban por el parque, Catalina notó algo inusual: un pequeño gatito abandonado bajo un árbol. Sin dudarlo, decidió llevarlo a casa para cuidarlo junto con sus hermanas. Le pusieron por nombre —"Pelusa" porque tenía un pelaje muy suave.
Isabela adoraba jugar con Pelusa y se convertían en inseparables compañeros de aventuras. Juntos exploraban el jardín trasero e inventaban historias fantásticas donde eran valientes princesas luchando contra dragones imaginarios.
Con el tiempo, Isabela fue creciendo rodeada del amor de su familia. Sus papás Omar y Frances siempre estuvieron ahí para enseñarles valores importantes como la amistad, la honestidad y la generosidad. Y sus hermanitas Catalina y Estela siempre fueron sus mejores amigas y cómplices de travesuras.
Así, la familia de Villa Feliz vivió muchas aventuras juntos. Cada Navidad, decoraban el árbol con alegría y celebraban la llegada de Isabela como el regalo más preciado que habían recibido.
Y mientras las luces brillaban en su hogar, sabían que lo más valioso era tenerse los unos a los otros. Y así termina esta historia llena de amor y felicidad.
La llegada de Isabela unió aún más a esta especial familia, demostrándoles que juntos podían enfrentar cualquier desafío y disfrutar cada momento mágico que les brindaba la vida. Porque al final del día, lo importante es tener una familia llena de amor.
FIN.