El Regalo de Isai



Era una mañana de diciembre y la ciudad estaba cubierta de luces de colores. Isai, un niño de ocho años, miraba por la ventana mientras soñaba con la Navidad. Sabía que su madre trabajaba mucho y a menudo llegaba cansada a casa. Este año, Isai quería darle un regalo especial. Pero se sentía preocupado porque no tenía dinero.

Un día, mientras caminaba por el parque, vio a un grupo de niños jugando y leyendo cuentos en el aire libre. Se acercó y se unió a ellos. "Hola, yo soy Isai. ¿Qué están haciendo?"- preguntó con curiosidad.

"Estamos leyendo cuentos de Navidad y después haremos un espectáculo de marionetas"- respondió una niña llamada Julia.

Esa idea iluminó la mente de Isai. Podía hacer su propio espectáculo de marionetas y recaudar dinero vendiendo entradas. Así podría comprar un regalo para su madre.

Comenzó a trabajar en su idea. Esa tarde, recogió cajas de cartón de la basura y empezó a construir sus marionetas. Con ayuda de su vecino, un señor mayor al que le gustaba el teatro, aprendió a hacer movimientos con los hilos.

Después de muchos días de ensayos, Isai decidió presentar su obra en el parque. "Inviten a sus familias, haré un espectáculo de Navidad"- dijo emocionado a sus amigos. Los niños corrieron a contarle a todos.

El día del espectáculo, el parque estaba lleno. "Bienvenidos todos al primer espectáculo navideño de Isai"- gritó un amigo, y todo el mundo aplaudió. Isai se puso muy nervioso, pero recordó que lo hacía por su madre. Levantó el telón de cartón pintado y empezó a actuar.

Al final de su presentación, todos estuvieron aplaudiendo. "Fue increíble, Isai"- gritó Julia.

"Sí, lo mejor que vi en mucho tiempo"- dijo un vecino.

Isai sonrió, aunque no eran pletóricos de emociones, sentía que la alegría se desbordaba. Recaudó una pequeña suma de dinero y decidió ir a la tienda de la esquina. Allí encontró una hermosa bufanda que su mamá había estado mirando hacía tiempo.

"Hola, ¿puedo comprar esta bufanda?"- preguntó con timidez.

"Por supuesto, hijo. ¿Tienes el dinero?"- preguntó la dueña de la tienda. Isai sonrió y le entregó el dinero que había ganado.

El día de Navidad, la familia de Isai se reunió a la mesa. Su madre lo miró con cariño. "¿Qué es eso, querido?"- preguntó al ver la caja envuelta que Isai había escondido detrás de su silla.

Con una hermosa sonrisa, Isai le entregó el regalo. "Feliz Navidad, mamá"- dijo mientras su madre abría la caja. Su rostro se iluminó al ver la bufanda. "¡Es preciosa! ¡No sabes cuánto la quería!"- exclamó su madre, abrazando a Isai.

"Hice un espectáculo de marionetas para juntar el dinero"- dijo Isai, orgulloso de su esfuerzo.

"Eres un niño muy especial, Isai. Tu amor y dedicación son el mejor regalo que puedo recibir"- afirmó su madre, con lágrimas de felicidad en los ojos.

Esa Navidad no solo celebraron con regalos, sino que también aprendieron que el verdadero espíritu navideño es dar amor y compartir momentos especiales con quienes amamos. Isai se dio cuenta de que el regalo perfecto no siempre es el más caro, sino el que viene del corazón.

FIN.

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