El regalo de la alegría
realizaba un concurso de decoración de árboles. Lucas estaba emocionado y decidido a participar. Lucas vivía con su abuela, Doña Rosa, quien le había enseñado desde pequeño el valor de la solidaridad y el amor hacia los demás.
Juntos, habían decorado su hogar con luces parpadeantes y adornos coloridos que llenaban de alegría a quienes pasaban por allí.
Un día, mientras caminaba por el pueblo para ver cómo iban las preparaciones navideñas, Lucas encontró a su amiga Lola llorando en una esquina. Preocupado, se acercó corriendo y le preguntó qué le pasaba. "¡Lucas! ¡Mi familia no tiene dinero para comprar regalos esta Navidad!" -dijo Lola sollozando.
Lucas sabía lo importante que era para Lola poder dar regalos a sus seres queridos en Navidad. Sin pensarlo dos veces, decidió ayudarla. Recordando las habilidades manuales que tenía su abuela, propuso:"Lola, tengo una idea.
¿Qué te parece si hacemos nuestros propios regalos? Podemos hacer algo especial y significativo para cada uno. "Lola miró a Lucas sorprendida pero emocionada al mismo tiempo.
Ambos se pusieron manos a la obra: recortaron papel brillante y cartulinas de colores, usaron hilos y botones para crear muñecos de trapo y hasta hicieron pulseras tejidas con mucho cariño. Conforme avanzaban los días previos al concurso del árbol de Navidad, Lucas se percató de que muchos niños del pueblo también estaban preocupados por no tener regalos.
No podía quedarse de brazos cruzados, así que decidió organizar una colecta para comprar juguetes y dulces para todos los niños del pueblo.
Lucas colocó una caja en la plaza central con un cartel que decía: "¡Ayúdanos a llevar alegría a todos los niños de Alegría!" Y poco a poco, las personas del pueblo comenzaron a donar lo que podían. La caja se llenó de regalos y Lucas estaba feliz por el apoyo recibido.
Llegó el día del concurso de árboles y Lucas llevaba consigo su creación: un árbol lleno de adornos hechos a mano con mucho amor. Había utilizado papel reciclado, ramitas secas y hasta había pintado pequeñas figuritas para colgar en las ramas.
Cuando llegó su turno, el jurado quedó maravillado con la originalidad y creatividad del árbol de Lucas. Pero lo más importante fue la historia detrás de cada adorno hecho a mano, transmitiendo valores como la generosidad y solidaridad.
El resultado fue anunciado al final del evento: Lucas había ganado el primer lugar en el concurso de decoración de árboles. Todos aplaudieron emocionados por su merecida victoria.
Pero lo más importante para Lucas no era haber ganado, sino haber logrado llevar alegría a tantas personas en ese momento especial. Gracias a sus esfuerzos y la ayuda generosa de los habitantes del pueblo, cada niño pudo recibir un regalo esa Navidad.
Desde aquel día, Alegría se convirtió en un lugar donde todos recordaban la importancia de ser generosos y ayudarse mutuamente. Lucas se convirtió en un referente para los demás niños y su historia de solidaridad fue contada durante años.
Y así, gracias a la bondad y generosidad de Lucas, la Navidad en Alegría se llenó de amor y alegría cada año, recordando que el mejor regalo que podemos dar es el cariño hacia los demás.
FIN.