El regalo de la alegría
Había una vez una niña llamada Valentina, que siempre llevaba una expresión triste en su rostro. Vivía en un pequeño pueblo rodeado de coloridas flores y árboles frondosos, pero para ella todo era gris y sin vida. Un día, mientras paseaba por el bosque, conoció a un simpático conejito llamado Pancho. -
Hola, ¿por qué tienes esa carita tan triste? , preguntó Pancho con curiosidad. Valentina suspiró y le contó a Pancho que no podía encontrar la alegría en nada. -
No te preocupes, yo sé dónde encontrar la alegría, dijo Pancho con entusiasmo. -
¿En serio? , preguntó Valentina con sorpresa. -
Sí, sígueme, te mostraré el secreto, respondió Pancho. Juntos, se adentraron en el bosque y llegaron a un prado lleno de hermosas mariposas revoloteando. -
¡Mira, Valentina, aquí es donde nace la alegría! Las mariposas son el símbolo de la transformación y la belleza, explicó Pancho. Valentina sonrió por primera vez en mucho tiempo al contemplar la danza colorida de las mariposas. A partir de ese día, todos los días, Valentina iba al prado a observar las mariposas, y su tristeza comenzó a desvanecerse. Con el tiempo, Valentina se convirtió en la embajadora de la alegría en el pueblo, contagiando a todos con su sonrisa y positividad. Desde entonces, cada vez que alguien se sentía triste, Valentina los llevaba al prado de las mariposas para recordarles que la alegría está en todas partes, solo hay que aprender a verla. Y así, la niña que una vez estuvo triste, encontró en las mariposas el regalo de la alegría.
FIN.