El Regalo de la Amabilidad



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Juan. Juan era conocido por todos como "Juan el Travieso", ya que siempre se metía en problemas por sus travesuras.

A pesar de su bondadoso corazón, sus travesuras a menudo causaban dolores de cabeza a los adultos del pueblo.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Juan vio a lo lejos a la señora Marta, la anciana del pueblo que vivía sola y a quien todos respetaban mucho. La señora Marta caminaba lentamente con una bolsa pesada de compras, parecía tener dificultades para llevarla hasta su casa.

"Chicos, ¡voy a ayudar a la señora Marta! ¡Espérenme aquí!" -exclamó Juan antes de correr hacia la anciana. La señora Marta se sorprendió al ver a Juan acercarse y ofrecerle ayuda. Con una sonrisa amable, aceptó la ayuda del niño travieso para llevar las compras hasta su hogar.

En el camino, la señora Marta le contó a Juan historias sobre el pueblo y le enseñó algunas recetas tradicionales. Llegaron finalmente a la casa de la señora Marta y ella invitó a Juan a entrar para tomar un vaso de limonada.

Mientras charlaban animadamente, Juan se dio cuenta de lo amable y generosa que era la anciana. Desde ese día, Juan visitaba regularmente a la señora Marta para ayudarla con las tareas del hogar y escuchar sus historias fascinantes.

Poco a poco, las travesuras de Juan disminuyeron, ya que pasaba más tiempo aprendiendo cosas nuevas y ayudando a los demás.

Un día, mientras paseaba por el pueblo con la señora Marta, vieron que un gato estaba atrapado en un árbol alto y maullaba desesperadamente. Sin dudarlo un segundo, Juan trepó ágilmente hasta llegar al gato asustado y lo bajó sano y salvo.

La gente del pueblo quedó impresionada por el valiente acto de Juan e incluso los adultos empezaron a llamarlo "Juan el Valiente" en lugar de "Juan el Travieso". Todos reconocieron cómo había cambiado gracias al amor y amistad que había encontrado en la compañía de la dulce anciana.

Y así fue como Juan aprendió que hacer buenas acciones no solo traía alegría a los demás sino también satisfacción personal. Desde entonces, siguió siendo valiente y generoso, inspirando a otros niños del pueblo a seguir su ejemplo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!