El Regalo de la Amistad



Samu era un chico de casi 14 años que vivía en un barrio tranquilo de Buenos Aires. A pesar de su bondad y su gran corazón, cada día en el colegio se convertía en un verdadero desafío. Sus compañeros no perdían la oportunidad de reírse de él, cuchicheando a sus espaldas y señalándolo. Samu se sentía solo y triste, pero siempre trataba de mantener una sonrisa.

Un día, mientras estaba en el patio del colegio, escuchó a dos compañeros hablando sobre la próxima fiesta de Navidad.

"No puedo esperar para la fiesta de Navidad, será épica!" - decía Juan, un chico muy popular.

"Todo el mundo estará allí, menos Samu, que nunca es invitado a nada" - respondió Clara, riéndose.

Samu se sintió pequeño y se alejó, pensando que nunca podría disfrutar de algo así. Con la Navidad acercándose, todos en su hogar estaban ocupados con los preparativos, pero Samu se sentía ajeno a la alegría que aquellos días traían.

El día de la fiesta llegó y, para su sorpresa, encontró una invitación sobre su escritorio. Era de su maestro, el señor López.

"Samu, este viernes es la fiesta de Navidad en mi casa. Me encantaría que vinieras. Haremos juegos, habrá comida y, sobre todo, mucha diversión" - sonrió el maestro.

Con una mezcla de incredulidad y alegría, Samu aceptó la invitación. Sin embargo, el miedo lo invadió: ¿qué pasaría si lo despreciaban? Luego de pensarlo un poco, decidió que debía intentarlo.

El día de la fiesta llegó, y Samu se preparó con entusiasmo. Cuando llegó a la casa del señor López, se encontró con un ambiente cálido y festivo. Tenía miedo de que sus compañeros no lo aceptaran, pero se sorprendió al ver que todos eran amables.

"¡Samu! ¡Bienvenido!" - excluyó Clara, mientras se acercaba a él.

"Gracias, Clara. Estoy un poco nervioso..." - respondió Samu, sonrojándose.

A medida que avanzaba la fiesta, Samu comenzó a relajarse. Los juegos los unieron y se rieron juntos.

"Esto es muy divertido" - dijo Samu, disfrutando del momento.

"Te lo dijimos, Samu. La fiesta no sería lo mismo sin vos" - agregó Juan con sinceridad.

Samu se sintió aceptado y querido, ¡era como un regalo de Navidad! Sin embargo, cuando llegó el momento de abrir los regalos, Samu se dio cuenta de que no había traído uno. Sintió un nudo en el estómago, pero el señor López lo vio preocupado.

"Samu, el mejor regalo no siempre es el que se envuelve con papel brillante. A veces, el regalo más valioso es la amistad. Y eso es lo que celebramos aquí hoy" - le dijo el maestro.

Ese mensaje resonó profundamente en Samu. En ese momento, decidió hacer algo especial.

A partir de ese día, Samu comenzó a invitar a otros compañeros a participar en actividades creativas. Creó un club de arte en la escuela donde todos podían expresarse. Cada semana, veía cómo aquellos que alguna vez lo ignoraron, empezaron a unirse a él.

Con cada trazo y cada risa compartida, Samu se dio cuenta de que sus compañeros habían cambiado. Al final del año, organizó una muestra de arte donde todos presentaron sus trabajos.

"Samu, gracias por invitarme a tu club. Nunca me di cuenta de que podía ser tan divertido" - le dijo Clara, mientras admiraba una pintura.

"Yo debería agradecerles a ustedes. Ustedes me hicieron sentir parte de algo" - respondió Samu, sonriendo.

La Navidad pasada pudo no ser perfecta, pero le enseñó a Samu que la amistad podía florecer, incluso en medio de las risas y los cuchicheos. Samu aprendió que, aunque a veces la vida es dura, siempre hay una oportunidad para cambiarla y brindar amor y alegría a los demás.

Y así, junto a sus nuevos amigos, vivió cada Navidad como un momento especial, lleno de risas y, sobre todo, mucha amistad.

FIN.

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