El Regalo de la Amistad



En un pequeño pueblito llamado Villanieve, la Navidad estaba a la vuelta de la esquina. Las calles estaban decoradas con luces brillantes y los árboles de Navidad adornados con esferas de todos los colores. Todos en Villanieve estaban emocionados, excepto un viejo y gruñón llamado Don Ramón, que tenía la fama de ser el más tacaño del lugar.

Una mañana fría, los niños del pueblo estaban preparando una obra de teatro navideña en la plaza. Entre risas y juegos, se encontraban Clara, una niña llena de energía, y su amigo Lucas, un niño muy talentoso en la actuación.

"¡Clara! ¡Mirá lo que hicimos! ¡Vamos a contar la historia de Santa y el nacimiento del niño Jesús!" - exclamó Lucas.

"¡Sí! Será genial. Pero, ¿dónde haremos nuestra obra?" - respondió Clara, pensando en los lugares.

En eso, Clara tuvo una idea. ¡Podían pedirle a Don Ramón que les dejara usar su granero! Aunque todos sabían que Don Ramón no era muy amigable, Clara estaba decidida a hacer la obra.

Clara y Lucas se acercaron a la casa de Don Ramón. Ella respiró hondo y se animó a tocar la puerta. Al abrir, el viejo lo recibió con una mirada desconfiada.

"¿Qué quieren, niños? ¡No tengo tiempo para juegos ni tonterías!" - gruñó Don Ramón.

"¡Hola, Don Ramón! Somos Clara y Lucas. Queremos hacer una obra de teatro de Navidad en su granero. ¿Nos dejaría usarlo?" - pidió Clara, con su sonrisa más amable.

Don Ramón frunció el ceño y se cruzó de brazos.

"¡Bah! ¿Para qué? No tengo interés en esas cosas de niños. ¡Pídanle a otro!" - respondió de forma brusca.

Clara sintió un nudo en el estómago. Pero no se iba a rendir tan fácilmente.

"Pero, Don Ramón, la Navidad es un tiempo de compartir y de estar juntos. ¡Podría ser una gran oportunidad!" - insistió Clara.

"¿A mí me interesa eso?" - replicó el viejo, aunque en su interior algo comenzaba a moverse.

Una semana pasó y los niños continuaron ensayando en la plaza, pero Don Ramón no podía sacarse la idea de la obra de aquellos niños de la cabeza. De hecho, las risas y el bullicio que provenían de la plaza hacían que su corazón se sintiera un poco más cálido.

Un día, mientras todos ensayaban, se escuchó un fuerte golpe en la puerta de la plaza.

"¡Niños! ¡Abránme!" - era la voz de Don Ramón, que estaba al borde de la puerta con un gesto decidido.

"¿Don Ramón? ¿Qué sucede?" - preguntó Lucas, sorprendido de verlo.

"He cambiado de opinión. Los dejaré usar mi granero para la obra. Pero solo si prometen que el espectáculo será el mejor de todos y me invitan a ver lo que hacen!" - dijo Don Ramón, tratando de sonar indiferente.

Clara y Lucas miraron entre sí, con los ojos brillando de emoción.

"¡Sí, claro! ¡Gracias, Don Ramón! ¡Esto va a ser increíble!" - exclamó Clara, saltando de alegría.

Los días pasaron volando mientras los niños ensayaban, y Don Ramón ayudaba a preparar el granero. Nunca había sentido tantas risas y alegría en su hogar; incluso trajeron un poco de música.

Llegó la noche de la obra, y el granero estaba lleno de luces y decoraciones. Todos estaban sentados, incluidos los padres, y cuando Clara y Lucas salieron al escenario, Don Ramón se sintió más emocionado de lo que hubiera imaginado.

La obra fue un éxito total, y todos aplaudieron con energía al final. Hasta Don Ramón, que jamás había aplaudido en su vida, aplaudió con entusiasmo.

"¡Bravo! ¡Bravo! Son unos grandes!" - gritó, con la voz un poco temblorosa de emoción.

Después de la función, Clara y Lucas se acercaron a Don Ramón, con sonrisas de felicidad.

"Don Ramón, ¡gracias por dejarnos usar su granero! No hubiera sido posible sin usted." - dijo Lucas.

"No, gracias a ustedes, chicos. He aprendido que la Navidad no es solo recibir, sino también compartir momentos felices y sonrisas con los demás. Me siento diferente. Espero que podamos volver a hacer algo así juntos el próximo año." - dijo Don Ramón, con una sonrisa sincera.

Y desde ese día, Don Ramón se convirtió en parte de la comunidad. Ya no era solo el viejo gruñón del pueblo; ahora era Don Ramón, el amigo de los niños. Así, en Villanieve, la verdadera magia de la Navidad nació: la amistad.

Y desde entonces, cada año, los niños y Don Ramón trabajaban juntos para hacer la obra de teatro más especial de todas.

FIN.

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