El Regalo de la Bondad
Había una vez un niño llamado Lucas que vivía en un pequeño pueblo. Lucas era un niño lleno de energía y creatividad, pero también le encantaba hacer travesuras. Un día, mientras sus amigos jugaban en el parque, Lucas decidió llenar el columpio de barro. "¡Mirá lo que hice!", gritó riendo, mientras sus amigos se reían y jugaban con él.
Sin embargo, cada travesura que hacía traía consigo un poco de desorden y preocupación. Su mamá siempre le decía: "Lucas, no hagas cosas que puedan hacerle mal a los demás". Pero él, entre risas, solo respondía: "¡Es solo una broma, mamá!".
Se acercaba la Navidad, y Lucas estaba muy emocionado por la llegada de Papá Noel. Esa noche, se fue a la cama deseando recibir el mejor regalo de todos. Pero cuando se despertó al día siguiente, corrió al árbol con su corazón lleno de esperanza. Al mirar bajo el árbol, se dio cuenta de que no había ningún regalo.
"¿Mamá, dónde están los regalos?", preguntó, lágrimas comenzando a brotar en sus ojos. Su madre, con una mirada llena de ternura, le explicó: "Lucas, Papá Noel ve cómo te has portado todo el año. No trajo nada este año porque hiciste muchas travesuras que hicieron que otros niños no pudieran disfrutar".
Lucas se sintió muy triste y decepcionado. Esa Navidad, además de no recibir regalos, decidió que quería cambiar. "¿Y si el próximo año me porto mejor?". A partir de ese momento, Lucas comenzó a ayudar a su mamá en las tareas del hogar, compartir sus juguetes con otros niños y ser amable en la escuela.
El año pasó volando, y a medida que se acercaba la nueva Navidad, Lucas estaba muy nervioso. "Mamá, ¿crees que Papá Noel se dará cuenta de que he cambiado?". Su madre le sonrió y le dijo: "Estoy segura de que lo notará, querido".
Finalmente, llegó la víspera de Navidad. Lucas se acostó con una mezcla de emoción y ansiedad. ¿Había hecho lo suficiente? Esa mañana, corrió emocionado hacia el árbol. Con asombro, vio un montón de regalos brillantes.
"¡Mamá, mirá!", gritó mientras desenvuelve los regalos.
Cada uno de ellos era especial: una bicicleta, un juego de mesa, y hasta un libro sobre magias y aventuras. Mientras Lucas sonreía de felicidad, recordó algo importante. "Este año no solo recibí regalos, también aprendí a hacer felices a los demás, y eso no tiene precio".
Desde entonces, Lucas entendió que ser bueno y amable traía alegría no solo a otros, sino también a él mismo. Y así, el niño de las travesuras se convirtió en el héroe de su propia historia, siempre tratando de hacer reír y sonreír a los que lo rodeaban.
Y así fue como en el próximo año, Lucas no solo esperó los regalos de Navidad, sino que también empezó a regalar sonrisas todos los días. ¡Y ese fue su mejor regalo de todos!
FIN.