El regalo de la generosidad


Había una vez un niño llamado Lucas que vivía en un pequeño pueblo de Argentina.

Se acercaba la Navidad y Lucas estaba muy emocionado, ya que había escrito una carta a Papá Noel pidiéndole un regalo muy especial: una bicicleta nueva. Lucas era un niño muy responsable y siempre se portaba bien, por lo que estaba seguro de que recibiría su regalo.

Sin embargo, cuando llegó el día de Navidad y Lucas corrió hacia el árbol para buscar su bicicleta, no la encontró. - ¿Dónde está mi regalo? -se preguntaba Lucas con tristeza-. Seguro que Papá Noel se olvidó de mí. Lucas buscó por toda la casa, pero no encontró rastro de su anhelada bicicleta.

Pensando en lo ocurrido, decidió salir a caminar por el pueblo para despejar su mente. Mientras paseaba por las calles del pueblo, Lucas vio a un grupo de niños jugando en el parque.

Todos ellos tenían juguetes nuevos y parecían estar muy felices. - ¡Qué injusto! -exclamó Lucas-, todos tienen sus regalos menos yo. En ese momento, Lucas notó algo extraño.

A lo lejos vio a un hombre mayor sentado en un banco del parque con una caja llena de juguetes viejos al lado.

Curioso, se acercó al hombre y le preguntó:- Disculpe señor, ¿por qué tiene tantos juguetes viejos? El hombre sonrió amablemente y respondió:- Estos juguetes solían ser los favoritos de muchos niños del pueblo hace muchos años. Pero con el tiempo, fueron olvidados y reemplazados por juguetes nuevos. Yo los encontré abandonados y decidí cuidarlos y repararlos. Lucas se quedó pensativo ante las palabras del hombre. - ¿Y qué hace con ellos? -preguntó Lucas.

- Los arreglo y les doy una segunda oportunidad. Luego los regalo a niños que no tienen juguetes -respondió el hombre. En ese momento, Lucas entendió algo muy importante.

No todo se trataba de recibir regalos nuevos, sino de valorar lo que uno tiene y ayudar a los demás. Decidido a hacer algo bueno, Lucas le contó al hombre sobre su búsqueda frustrada de la bicicleta y cómo se sentía triste por no haberla recibido.

El hombre escuchó atentamente y le dijo:- A veces, las cosas no salen como esperamos. Pero eso no significa que debamos perder la esperanza o dejar de buscar la felicidad en otras formas.

Con estas palabras en mente, Lucas decidió ayudar al hombre a reparar los juguetes viejos para luego repartirlos entre los niños del pueblo que no habían recibido regalos en Navidad. Juntos pasaron días arreglando cada juguete roto con mucho amor y dedicación.

Cuando terminaron, organizaron una pequeña feria en el parque para entregar los juguetes restaurados. La noticia rápidamente se extendió por el pueblo y muchos padres llevaron a sus hijos al evento. Los niños estaban emocionados al ver tantos juguetes diferentes para elegir.

Al final del día, todos tenían un nuevo juguete en sus manos. Lucas sonreía mientras veía la alegría en el rostro de los niños, sabiendo que había hecho algo especial para ellos.

Aunque no había recibido su bicicleta nueva, se sentía feliz y satisfecho por haber ayudado a otros. Esa noche, cuando Lucas volvió a casa, encontró una nota debajo de su almohada.

Era de Papá Noel y decía:"Querido Lucas, No pude traerte la bicicleta que pediste porque había alguien más necesitado que tú. Pero quiero felicitarte por tu generosidad y bondad al ayudar a los demás. Estoy seguro de que pronto recibirás algo especial.

Con cariño, Papá Noel"Lucas sonrió al leer la nota y se fue a dormir con el corazón lleno de alegría. Aprendió una valiosa lección: el verdadero espíritu navideño está en dar, compartir y hacer felices a los demás. Desde ese día, Lucas nunca olvidó lo importante que es ayudar a quienes lo necesitan.

Y aunque pasaron muchos años sin recibir su bicicleta nueva, siempre recordó aquel momento en el parque como uno de los más especiales de su vida.

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