El regalo de la generosidad



n cuidar, pero al final decidió seguir el consejo de los médicos y se fue al campo en busca de su cura. Al llegar al campo, el hombre se sentía triste y solo.

Extrañaba a sus hermanos chicos y la bulliciosa ciudad. Sin embargo, poco a poco comenzó a disfrutar del aire puro, los paisajes verdes y la tranquilidad que le ofrecía la naturaleza. Un día, mientras caminaba por el bosque, escuchó un sonido extraño.

Se acercó con curiosidad y descubrió a una tortuga gigante atrapada entre unas ramas. El hombre decidió ayudarla y con mucho esfuerzo logró liberarla. La tortuga gigante le dio las gracias al hombre y le dijo: "Gracias por tu ayuda desinteresada.

Ahora te concederé un deseo como muestra de mi gratitud". El hombre sorprendido pensó por un momento y luego dijo: "Quisiera volver a ser feliz y sentirme pleno".

La tortuga gigante asintió con sabiduría y le dijo: "La felicidad está en ayudar a los demás y en apreciar las pequeñas cosas de la vida. Aprende a valorar lo que tienes y verás cómo todo cambia". Con esas palabras, la tortuga gigante desapareció lentamente entre los árboles.

El hombre reflexionó sobre las palabras de la tortuga gigante y decidió cambiar su actitud. Comenzó a disfrutar cada momento en el campo, agradeciendo la oportunidad de estar rodeado de naturaleza.

Ayudaba a los animales heridos, cultivaba su propio alimento y compartía su alegría con quienes lo rodeaban.

Con el tiempo, el hombre se recuperó por completo de su enfermedad gracias al contacto con la naturaleza, pero sobre todo gracias a haber encontrado la verdadera felicidad en las cosas simples de la vida.

Y así, el hombre regresó a Buenos Aires transformado, llevando consigo la enseñanza de la tortuga gigante: que la felicidad no está en lo material ni en lugares lejanos, sino dentro de uno mismo y en compartir amor con los demás.

FIN.

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