El Regalo de la Maestra Deya



En un pequeño pueblo llamado Alegría, había una escuela muy especial llamada Colegio María Elena Morales de Lara. En esta escuela, la maestra Deya era conocida por su amor, sabiduría y bondad. Ella siempre decía: "Educamos la mente con el corazón". Sus alumnos la adoraban y aprendían mucho con sus enseñanzas.

Un día, la maestra Deya les dio a sus alumnos una tarea muy especial. Les pidió que escribieran un cuento inspirador que reflejara alguna enseñanza que hubieran recibido de ella. Los niños se pusieron manos a la obra, emocionados por la oportunidad de mostrar su gratitud hacia su querida maestra.

Juanito, un niño curioso y creativo, decidió escribir un cuento sobre un pájaro que no sabía volar. En su cuento, el pájaro recibía el apoyo y las palabras de aliento de otros animales del bosque, recordándole que era capaz de lograr lo que se propusiera. Con esfuerzo y perseverancia, el pájaro finalmente aprendía a volar alto y libre, cumpliendo sus sueños más grandes.

Los días pasaron y llegó el momento de compartir los cuentos con la maestra Deya. Cada niño leyó su cuento en voz alta, expresando con orgullo y emoción las enseñanzas que habían recibido de su querida maestra. La maestra Deya escuchaba atentamente, con una sonrisa radiante en su rostro, mientras el corazón se le llenaba de alegría y gratitud.

Al finalizar las lecturas, la maestra Deya agradeció a sus alumnos por sus hermosas palabras y les dijo: "Ustedes son como ese pájaro de la historia, capaces de volar alto y cumplir sus sueños más grandes. Nunca olviden que con esfuerzo, amor y perseverancia, todo es posible".

Los niños, emocionados, abrazaron a su maestra, agradeciendo por todo lo que les había enseñado. Aquel día, comprendieron que el amor, la música, la alegría y las palabras de aliento podían inspirarlos a volar más alto, aprender, soñar en grande y alcanzar todo lo que se propusieran.

Y así, entre anécdotas, risas y agradecimientos, la maestra Deya y sus queridos alumnos celebraron la belleza de educar la mente con el corazón, recordando siempre el poder de las palabras, la música, la alegría y el amor. Gracias, maestra Deya, por enseñarnos a volar.

FIN.

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