El Regalo de la Navidad
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villadulce, un grupo de niños que esperaban con ansias la llegada de la Navidad. Cada año, el abuelo Mateo organizaba una gran celebración en la plaza central, donde todos se reunían para compartir risas, juegos y la mejor comida. Pero esta Navidad iba a ser diferente.
Un frío día de diciembre, mientras montaban sus adornos en un árbol gigante, los niños se dieron cuenta de que no había mucho dinero en casa. Lucía, una de las más pequeñas del grupo, se quedó mirando su adorno preferido, un pequeño ángel de cartón que había hecho en la escuela.
"¿Qué pasará si no podemos hacer la fiesta este año?" - preguntó Lucía con tristeza.
"No te preocupes, Lucía. Lo importante es pasarla juntos, eso es lo que cuenta" - respondió Juan, su mejor amigo.
Aprovechando la preocupación de Lucía, una niña llamada Clara tuvo una idea brillante. "¡Podemos hacer nuestros propios regalos y compartirlos! No necesitamos comprar nada, solo un poco de creatividad y amor". Todos estuvieron de acuerdo, y se pusieron manos a la obra.
Pasaron días fabricando regalos. Carla tejió bufandas de lana vieja, Pedro hizo juguetes con madera reciclada y Lucía creó tarjetas de felicitación con colores vibrantes. Nadie se imaginaba lo que iba a suceder después.
Cuando llegó el día de la celebración, mientras colgaban los adornos y preparaban la plaza, Clara tuvo una segunda idea audaz. "¿Qué si hacemos algo más? ¡Podríamos invitar a los niños del orfanato a unirse a nosotros!"
"Pero no tenemos suficiente comida para todos..." - comentó Pedro, algo preocupado.
"Podemos preparar lo que tengamos y compartirlo. La Navidad no se trata de lujos, sino de compartir alegría" - dijo Clara, llena de entusiasmo. Así que los niños se pusieron a cocinar y a hacer más regalos. Prepararon galletitas, pastelitos y abundante chocolate caliente para todos.
Finalmente, llegó la noche de Navidad. La plaza brillaba con luces de colores y el árbol que habían adornado lucía hermoso. Al principio, los niños del orfanato llegaron tímidamente, pero pronto se sintieron en casa al ver la alegría de sus nuevos amigos. Se abrazaron, jugaron juntos y compartieron historias.
Cuando llegó el momento de intercambiar regalos, los niños de Villadulce se sintieron un poco nerviosos. "Espero que les gusten nuestros regalos" - dijo Lucía mirándole a Juan.
Pero al abrir los regalos, las sonrisas iluminaron sus rostros. "¡Es el mejor regalo del mundo!" - gritó uno de los niños del orfanato, mostrando una colorida bufanda. Todos los niños intercambiaron risas, abrazos y palabras de agradecimiento.
Al final de la noche, mientras todos se sentaban juntos alrededor de la fogata, el abuelo Mateo se acercó y dijo: "Este año, el verdadero regalo que hemos compartido es la amistad y el amor. La Navidad no es solo un día, sino un sentimiento que llevamos en el corazón. Gracias a cada uno de ustedes por hacerlo posible".
Desde entonces, la tradición de celebrar la Navidad en Villadulce cambió para siempre. Cada año, no solo se reunían a celebrar entre ellos, sino que invitaban a todos los que necesitaban un lugar para sentir el calor de la Navidad.
Y así, el pequeño pueblo aprendió que el mejor regalo no es el que se envuelve con papel brillante, sino el que se da con el corazón. Y así, cada vez que sonreían y compartían, revivían el verdadero espíritu de la Navidad.
FIN.