El Regalo de la Navidad
Era la mañana de Navidad en la ciudad de Buenos Aires. La familia Soler se despertaba con el sol brillando a través de las cortinas. Adrián, el hijo mayor, salía de su cuarto con su pijama de dinosaurios y un brillo especial en los ojos. Su hermana Daniela, más pequeña y siempre curiosa, lo seguía de cerca arrastrando su muñeca de trapo.
"¡Mamá! ¡Papá! ¡Es Navidad!" gritó Adrián mientras corría hacia la sala.
Inma, la madre, apareció en la puerta de la cocina con una sonrisa y un delantal lleno de harina.
"¡Buenos días, mis tesoros! ¿Listos para abrir los regalos?"
"Sí, sí, sí!" exclamó Daniela dando Saltitos.
Jose Luis, el padre, se unió, sosteniendo una gran taza de chocolate caliente.
"Si quieren abrir los regalos, primero deben ayudarme a colocar la mesa para el desayuno. ¡La Navidad también se trata de compartir!"
Los niños se miraron con caras de duda.
"Pero, papá... ¡los regalos!" protestó Adrián.
"Ya sé que son importantes, pero esta Navidad quiero que aprendan el valor de compartir y de trabajar en familia. Después de desayunar, podremos abrir todo lo que hay bajo el árbol".
Los pequeños resoplaron, pero sabían que no tenían otra opción. Juntos, colocaron platos, vasos y pan dulce en la mesa.
Una vez finalizado el desayuno, las luces del árbol comenzaron a brillar con más intensidad, como si esperaran el momento.
"¡Ahora sí!" dijo Inma mientras señalaba a los regalos.
Los niños se lanzaron hacia el árbol con entusiasmo. Pero de repente, un pequeño paquete se deslizó y se cayó al suelo.
"Mirá! ¡Está un poco arrugado!" observó Daniela.
Adrián lo recogió y leyó la etiqueta: "Para la familia Soler".
"¿Qué será?" se preguntó Inma mientras todos lo miraban intrigados.
Jose Luis tomó el paquete y, con cuidado, lo desató.
Cuando lo abrió, vio que había un juego de mesa que no habían visto antes.
"¿Quién trajo esto?" preguntó Adrián.
"Parece que Santa dejó este regalo por error" dijo Jose Luis.
"¿Podemos jugarlo?" pidió Daniela con ojos suplicantes.
"Claro, pero primero deberíamos entender las reglas" respondió Inma.
Los cuatro se sentaron en la alfombra y comenzaron a leer las instrucciones.
"Este juego se llama 'Aventura en Familia' y nos enseñará a trabajar juntos en equipo" explicó Jose Luis.
Mientras jugaban, la primera ronda no fue fácil. Los niños discutían sobre qué decisiones tomar.
"¡Yo creo que debemos ir hacia la montaña!" propuso Adrián.
"No, no! ¡Es más peligroso!" respondió Daniela.
Inma intervino:
"Chicos, ¿qué tal si hacemos una lluvia de ideas? Así escuchamos las opiniones de todos".
Los niños comenzaron a aportar sus ideas, y tras algunas risas y consenso, decidieron que juntos podían encontrar el mejor camino.
"¡Lo logramos!" gritó Dani con alegría.
Mientras continuaban jugando, los niños se dieron cuenta de que no solo era un juego, sino una lección de trabajo en equipo. Aprendieron a escuchar, a negociar y a ceder un poco, creando un espacio divertido y armonioso.
De repente, el juego presentó un reto inesperado:
"Ahora deben encontrar un objeto en su hogar que represente lo importante que es su familia".
Inma miró a Jose Luis, y ambos se sonrieron.
"Vayamos a buscar algo que simbolice nuestra unión" sugirió Inma.
Cada uno corrió a sus habitaciones. Adrián trajo su álbum de fotos familiar, Daniela su dibujo de todos ellos juntos, y Jose Luis una vieja guitarra que había usado para tocar canciones en familia.
"Esto es nuestra familia, llena de momentos felices y recuerdos" explicó Adrián.
Finalmente, se dieron cuenta que el juego les había enseñado más que solo cómo jugar; les había regalado la importancia de valorar y celebrar su familia.
"¡La Navidad no solo son regalos, es un tiempo que compartimos juntos!" reflexionó Inma.
Con una sonrisa, los niños se sintieron felices. Habían encontrado un verdadero regalo en la Navidad: su familia.
El día terminó lleno de risas, juegos y, sobre todo, más amor del que pudieron imaginar, mientras la melodía de las canciones navideñas resonaba en la casa, recordándoles la verdadera esencia de la Navidad.
FIN.