El Regalo de la Navidad



Era una vez un niño llamado Mateo que estaba muy emocionado por la llegada de la Navidad. Como cada año, Mateo había hecho una larga lista de regalos que quería recibir. Entre ellos había un videojuego nuevo, una bicicleta y un robot que hablaba. Todos los días contaba los días que faltaban para la Nochebuena, soñando con abrir aquellos maravillosos regalos.

Finalmente llegó la Nochebuena. Mateo estaba ansioso, con los ojos brillantes de expectativa. La familia se reunió alrededor del árbol, y después de la cena, llegó el momento de abrir los regalos.

Mateo, con una gran sonrisa, comenzó a abrir los paquetes uno por uno. Pero lo que descubrió lo dejó atónito. En lugar del videojuego, de la bicicleta y del robot, encontró una camiseta, un libro y un rompecabezas.

"¿Pero qué es esto?" - exclamó Mateo, con lágrimas en los ojos.

Su mamá, tratando de calmarlo, le dijo:

"Mateo, todos los regalos son especiales. A veces, lo que queremos no es lo que necesitamos."

Mateo, frustrado, se cruzó de brazos y murmuró:

"No entiendo. Quería esos regalos. ¿Por qué no los recibí?"

La noche transcurrió, y aunque intentó disfrutar sus regalos, la decepción lo acompañaba. Decidió salir a la vereda para despejarse un rato. Mientras caminaba, notó a un grupo de niños jugando con una pelota. Se acercó y uno de ellos lo saludó:

"¡Hola! Vení a jugar con nosotros."

Mateo dudó, pero decidió unirse. A medida que se incorporaba al juego, se dio cuenta de lo divertido que era estar con otros niños, riendo y jugando. Entre risas y juegos, un niño llamado Lucas le ofreció su pelota:

"Tomá, vos podés patear primero."

Mateo sonrió y, por un momento, olvidó su decepción. Cuando terminó de jugar, se sintió más feliz. En ese instante, comprendió que no solo los regalos podían traer alegría. Esa noche, de vuelta en casa, se dio cuenta de que los momentos compartidos eran los que realmente importaban.

Al día siguiente, Mateo encontró una invitación para un evento en el parque del barrio. Era una jornada de solidaridad para ayudar a los niños que no podían recibir regalos en Navidad. Sin pensarlo dos veces, decidió participar.

"¿Qué hice hoy, mamá?" - preguntó Mateo.

"Vas a ayudar a otros niños, Mateo. Eso es un gran regalo" - respondió su mamá.

Mateo comenzó a recopilar juguetes y ropa que ya no usaba.

"Este es un camión que a mí ya no me gusta, pero a otros les encantará" - dijo, mientras lo ponía en una caja.

"Y esta muñeca que tenía guardada, seguramente hará feliz a una niñita" - agregó.

Finalmente llegó el día del evento. Mateo y su mamá fueron al parque, donde había muchas familias. Mateo se sintió un poco nervioso al principio, pero al ver a otros niños sonriendo mientras recibían un juguete, su corazón se llenó de alegría.

"¿Cómo se siente ayudar a otros?" - le preguntó la mamá de Mateo.

"Se siente lindo… es como dar un regalo de amor" - respondió él, sonriendo.

Al final del día, Mateo se encontró con Lucas, el niño del juego.

"Mateo, gracias por compartir tus cosas. Hiciste muy felices a esos chicos" - le dijo Lucas.

"No, gracias a vos por hacerme ver que la Navidad es más que regalos. Se trata de compartir y ser felices juntos" - contestó Mateo, sintiéndose orgulloso.

Esa noche, Mateo se fue a dormir con una gran sonrisa. Entendió que a veces, la felicidad no está en lo material, sino en el amor y la amistad que compartimos con los demás. Mateo no solo había aprendido el verdadero valor de la Navidad, sino que también había encontrado un nuevo amigo. Y así, en el corazón de Mateo, la Navidad se convirtió en un tiempo de dar y compartir.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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