El regalo de las adas madrinas
En un pequeño pueblo encantado, vivía una niña llamada Lucía. Ella era muy curiosa y siempre estaba en busca de aventuras. Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con tres adas madrinas.
- Hola, querida Lucía. Hemos estado observándote y estamos impresionadas por tu valentía y generosidad -dijo el hada violeta.
- Por eso hemos decidido concederte un regalo especial -agregó el hada azul.
- Queremos darte la capacidad de ayudar a los demás con tu bondad y compasión -dijo el hada rosa.
Sin saberlo, las adas habían otorgado a Lucía el don de la empatía, el poder de comprender los sentimientos de los demás.
A partir de ese día, Lucía se convirtió en la mejor amiga de todos los habitantes del pueblo. Si alguien estaba triste, ella siempre encontraba las palabras adecuadas para reconfortarlo.
Un día, una terrible sequía azotó el pueblo, y todos estaban desesperados. Lucía recordó su regalo de las adas madrinas y decidió ayudar. Organizó una colecta de agua y alimentos, y logró llevar esperanza a su comunidad.
La noticia de la valentía y generosidad de Lucía llegó a oídos del rey, quien decidió honrarla por su labor. En una gran ceremonia, las adas madrinas aparecieron para felicitar a Lucía.
- Has utilizado tu regalo de manera extraordinaria, querida Lucía. Estamos orgullosas de ti -dijo el hada violeta.
- Gracias a tu bondad, todo el pueblo ha renacido -agregó el hada azul.
- Nunca olvides que la compasión y la empatía son tus mayores tesoros -dijo el hada rosa.
Desde ese día, Lucía siguió ayudando a los demás con su don especial, recordando siempre las palabras de las adas madrinas. Y así, la pequeña niña demostró que con amor y compasión, se puede hacer del mundo un lugar mejor para vivir.
FIN.