El Regalo de las Vocales



Era una noche mágica de Navidad en la ciudad de Alegría. Las luces brillaban, los árboles estaban decorados y el aire olía a galletas recién horneadas. Pero, lo que hacía esta noche especial era la llegada de Santa Claus al preescolar Frobel con un costoso saco lleno de regalos para todos los niños.

Mientras Santa bajaba de su trineo, notó algo extraño. Al mirar a su alrededor, vio a los pequeños del preescolar cantando villancicos, pero cuando les preguntó su nombre, sólo algunos lograron responder. Los demás se quedaban en silencio o solo balbuceaban.

"¿Qué sucede, pequeños?" - preguntó Santa con una sonrisa, aunque su tono reflejaba preocupación.

"No sabemos las vocales, Santa" - respondió Tomás, el más pequeño del grupo, con un gesto triste.

"¡No saben las vocales!" - exclamó Santa, y su sonrisa se desvaneció. "¡Pero sin vocales no pueden formar palabras, ni contar historias, ni cantar correctamente!"

Los niños empezaron a murmurarse entre ellos, algunos incluso se sintieron mal por no saber algo tan importante. Santa se sintió confundido, no quería llevarse sus regalos.

"Este año, los regalos serán para quienes sepan las vocales", dijo Santa, mientras comenzaba a girar para marcharse.

Pero entonces, Clara, la más valiente, se puso de pie y dijo:

"¡Espera, Santa! Podemos aprenderlas. ¡Por favor, no te vayas!"

Los demás niños asintieron con entusiasmo. Nadie quería perderse la oportunidad de recibir los regalos de Navidad o dejar que Santa se fuera triste.

Santa miró a los pequeños con ternura.

"Está bien, entonces. Les daré una semana para aprender las vocales. ¡Hagamos un trato!"

Los niños se miraron emocionados.

"¡Sí, sí!" - gritaron juntos, saltando de la alegría.

Con una campanilla mágica, Santa hizo aparecer un gran libro llamado "La Aventura de las Vocales".

"Cada día tendré un reto especial para ustedes. Si lo completan, podrán abrir un regalo al final de la semana. ¿Listos para empezar?"

"¡Sí, Santa!" - gritó Clara de nuevo.

Así comenzó la semana más emocionante en el preescolar Frobel. Cada día Santa les enseñaba las vocales a través de juegos divertidos. Con canciones, rimas y cuentos, los niños aprendieron rápidamente.

El lunes, aprendieron la letra 'A', bailando alrededor de la clase. El martes, hicieron arte con la 'E', pintando enormes letras en un mural. El miércoles, se disfrazaron de animales que comenzaran con 'I', riendo a carcajadas. El jueves, jugaron a esconderse mientras llamaban a sus compañeros usando la 'O'. Finalmente, el viernes, disfrutaron usaban objetos que comenzaban con la 'U', mientras cada uno compartía una historia divertida usando todas las vocales.

Cada día, al final de la jornada, los niños inmortalizaban sus aprendizajes y todo lo que habían hecho en un álbum especial.

Cuando llegó la noche del sábado, Santa regresó. Con su gran saco de regalos y un gran saco del amor en su corazón, miró a los pequeños y les preguntó:

"¿Están listos para mostrarme lo que han aprendido?"

Clara levantó su mano:

"¡Yo quiero empezar!"

Unok, dos, tres... Todos los niños nombraron palabras que contenían vocales o les hicieron una gran canción, donde cada uno tenía su parte. Santa sonrió, con lágrimas de alegría en sus ojos.

"¡Esto es maravilloso! Ahora entendieron el poder de las vocales. ¡Así se habla!"

En ese momento, Santa abrió su saco y sacó los regalos llenos de sorpresas. Los niños no podían creerlo.

"¡Felicidades, pequeños!" - exclamó Santa mientras los abrazaba. "Los regalos son para aquellos que aprendieron a usar su voz y a comunicarse. Recuerden que con las vocales, tienen el poder de contar historias y hacer que su mensaje se escuche en cualquier rincón del mundo".

Los pequeños brincaron de felicidad y, esa noche, supieron que el mejor regalo de todos era el conocimiento. Esa Navidad, no sólo recibieron juguetes, sino también el regalo de la sabiduría que los acompañaría durante toda su vida.

FIN.

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