El regalo de Mateo


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mateo. Mateo era un niño muy especial, ya que tenía la capacidad de donar cosas a las demás personas.

No importaba si eran objetos físicos o incluso habilidades, Mateo siempre encontraba la manera de compartir con los demás. Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, vio a su amiga Lola sentada en un banco y parecía triste.

Se acercó corriendo a ella y le preguntó qué le pasaba. "Hola Lola, ¿qué te pasa? Pareces triste"- dijo Mateo preocupado. Lola levantó la vista y suspiró.

"Es que mañana tenemos un examen muy difícil en matemáticas y no sé cómo estudiar para ello"- respondió Lola con tristeza. Mateo sonrió y sacó una libreta mágica de su mochila. "No te preocupes Lola, tengo algo especial para ti". Mateo abrió la libreta mágica y empezó a escribir fórmulas matemáticas en ella.

Cuando terminó, cerró la libreta y se la entregó a Lola. "Esta es mi libreta mágica de matemáticas. Cada vez que necesites ayuda con los números, solo tienes que abrir esta libreta y encontrarás todas las respuestas".

Lola estaba asombrada por el regalo tan maravilloso que había recibido. "¡Gracias Mateo! Eres el mejor amigo del mundo". A medida que pasaban los días, Mateo continuaba ayudando a las personas con sus dones especiales.

Ayudaba al panadero local dándole el poder de hacer panes aún más deliciosos, y al profesor de música dándole la habilidad de tocar cualquier instrumento. Un día, mientras caminaba por el pueblo, Mateo escuchó un ruido extraño proveniente del bosque.

Se acercó para investigar y encontró a un pajarito atrapado en una red. "¡Oh no! ¡Pobre pajarito! No te preocupes, voy a ayudarte"- exclamó Mateo mientras liberaba al pequeño pájaro. El pajarito voló hasta posarse en el hombro de Mateo y empezó a cantarle una melodía hermosa.

"Gracias por salvarme, Mateo. Eres muy valiente". Mateo sonrió y se dio cuenta de que su don también podía ayudar a los animales. Decidió utilizar sus poderes para proteger y cuidar a todas las criaturas del bosque.

Con el tiempo, las noticias sobre los dones mágicos de Mateo se extendieron por todo el país. La gente viajaba desde lejos para pedirle ayuda con sus problemas.

Pero Mateo siempre encontraba la manera de ayudarlos con su generosidad y amabilidad. Un día, cuando cumplió dieciocho años, decidió organizar una gran fiesta en su honor. Invitó a todos los habitantes del pueblo y prepararon comida deliciosa, música festiva y juegos divertidos.

Durante la fiesta, Mateo subió al escenario y habló frente a todos. "Quiero agradecerles por estar aquí hoy celebrando conmigo. Me di cuenta de que mi verdadero don es la capacidad de compartir con los demás.

No importa si es algo material o simplemente un gesto amable, todos tenemos la capacidad de hacer del mundo un lugar mejor. Así que los invito a que también descubran sus propios dones y los compartan con el mundo".

La multitud aplaudió emocionada y se puso de pie para ovacionar a Mateo. Desde ese día en adelante, el pueblo se convirtió en un lugar lleno de generosidad y bondad, donde cada persona descubrió su propio don especial.

Y así, Mateo demostró al mundo que no importa cuán pequeño seas o qué dones tengas, siempre puedes hacer una diferencia si eliges compartir tu bondad con los demás.

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