El Regalo de Sofía



En un pequeño pueblo llamado Rincón de Alegría, donde la nieve cubría las casas como un manto blanco, vivía una niña de seis años llamada Sofía. Con sus mejillas sonrojadas por el frío y su risa contagiosa, Sofía tenía un corazón enorme y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás.

Un día, mientras decoraba el árbol de Navidad con su madre, Sofía tuvo una idea.

"Mamá, ¿y si hacemos algo especial por nuestros vecinos?" - preguntó con ojos brillantes.

Su madre sonrió y le dijo: "Eso suena maravilloso, Sofía. ¿Qué tienes en mente?"

Sofía pensó un momento y respondió:

"Podemos hacer tarjetas navideñas y galletas para ellos. Todos deberían sentirse felices en Navidad."

Así que, juntas, Sofía y su madre se pusieron manos a la obra. Hicieron un montón de galletitas de jengibre y decoraron las tarjetas con dibujos y palabras amables. A medida que pasaban los días, Sofía se fue emocionando más y más por el plan.

Finalmente, llegó el día de entregar los regalos. Sofía llenó su canasta con galletas y tarjetas y salió por la puerta.

"¡Voy a hacer que todos sonrían!" - exclamó con una gran sonrisa.

Primero, tocó la puerta de la señora Lola, una anciana que siempre parecía un poco triste.

"¡Feliz Navidad, señora Lola!" - dijo Sofía al abrirse la puerta.

La señora Lola se sorprendió y sonrió.

"¡Sofía, qué alegría verte!"

"Traigo galletas y una tarjeta que hice para usted" - dijo Sofía, entregándole el regalo.

La señora Lola tuvo lágrimas en los ojos y dijo, "Es lo más hermoso que he recibido. Gracias, Sofía. Esto realmente ilumina mi día."

Sofía siguió su camino y visitó a otros vecinos: al señor Oscar, que siempre estaba solo, y a la familia García, que había pasado un mal año.

El señor Oscar dijo: "No esperaba esto, Sofía. Me hizo recordar que siempre hay algo que celebrar. ¡Gracias!"

Y la familia García sonrió al ver las galletas: "¡Qué rica sorpresa! Esto traerá alegría a nuestros corazones."

Poco a poco, sofía se fue dando cuenta de que lo que había comenzado como un pequeño acto de amabilidad se estaba convirtiendo en algo mucho más grande. La alegría se estaba esparciendo como polvo de estrellas.

Al finalizar su recorrido, Sofía regresó a casa con el corazón rebosante de felicidad.

"Mamá, creo que todos sonreían por mi regalo. Fue hermoso ver cómo una simple galleta y una tarjeta pueden hacer tanto" - le contaba a su madre entusiasmada.

Su madre respondió, "Así es, Sofía. La amabilidad es un regalo que nunca debemos dejar de dar."

Sin embargo, cuando Sofía llegó a casa, algo inesperado sucedió. Vio que en el centro de su sala había una caja brillante. Se acercó con curiosidad y, al abrirla, encontró una hermosa muñeca vestida de gala.

"¡Guau! ¿Quién habrá dejado este regalo?" - se preguntó Sofía, emocionada.

De repente, escuchó un suave susurro.

"Yo soy tu regalo, Sofía. Soy la muñeca de los deseos. Cada vez que muestras amabilidad, puedo conceder un deseo de devuelta. No es un regalo, sino un intercambio de alegría" - dijo la muñeca, con una voz dulce.

Sofía abrió los ojos, atónita.

"¿De verdad puedes conceder deseos?"

"Sí, pero debes hacer un deseo que ayude a otros, al igual que ayudaste hoy."

Sofía pensó un momento. Ella no deseaba nada para sí misma, sino algo que pudiera hacer aún más feliz a su pueblo.

"Deseo que este espíritu de amabilidad y alegría se quede en Rincón de Alegría. Que todos siempre se ayuden unos a otros, no solo en Navidad, sino todo el año."

La muñeca sonrió y, con un toque de su mano, brilló intensamente.

"Tu deseo ha sido escuchado. La amabilidad siempre volverá a ti, Sofía."

Desde entonces, el pueblo de Rincón de Alegría se iluminó con actos de bondad y generosidad, todo gracias a la pequeña Sofía, quien aprendió que el verdadero espíritu navideño se encuentra en la amabilidad y en cómo compartirla con los demás.

FIN.

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