El regalo del amor



Había una vez un niño llamado Santi, que era muy curioso y siempre estaba lleno de alegría.

Pero ese día en particular, Santi se sentía triste porque era el cumpleaños de su mamá y no tenía ningún regalo para ella. Santi sabía que su mamá merecía lo mejor, pero no tenía dinero para comprarle algo especial. Buscó por toda la casa, revisando cada rincón en busca de algo que pudiera regalarle, pero no encontró nada adecuado.

Desesperado, Santi corrió hacia su mamá y le dijo: "Mamá, lo siento mucho. No tengo ningún regalo para ti en tu cumpleaños". La mamá de Santi sonrió dulcemente y le dijo: "No te preocupes, mi amor.

El mejor regalo que puedes darme es tu amor y felicidad". Santi se sintió aliviado al escuchar las palabras reconfortantes de su mamá. Aún así, quería hacer algo especial para ella.

Entonces decidió preguntarle a su abuelo si podían ir juntos al parque a reagarrar flores silvestres para hacer un hermoso ramo. Al llegar al parque, Santi y su abuelo caminaron por los senderos observando cada flor con atención.

Había margaritas blancas como la nieve, rosas rojas vibrantes e incluso algunas violetas pequeñas pero hermosas. Mientras buscaban flores, Santi vio a un señor mayor sentado en un banco del parque con una expresión triste en su rostro. Se acercó tímidamente y preguntó: "Señor ¿estás bien?".

El hombre levantó la mirada y le respondió: "Estoy un poco triste, joven. Hoy es el aniversario de bodas de mi esposa y ella solía amar las flores. Pero ahora no puedo comprarle ninguna".

Santi sintió una gran empatía por el hombre y recordó las palabras de su mamá sobre el amor y la felicidad. Entonces, sin pensarlo dos veces, le ofreció algunas de las flores que había recogido.

El señor mayor se sorprendió gratamente y dijo: "¡Muchas gracias, niño! Estas flores son hermosas". Santi sonrió y le deseó un feliz aniversario al hombre antes de regresar con su abuelo. Al llegar a casa, Santi tenía en sus manos un ramo incompleto pero lleno de amor.

Se lo entregó a su mamá con una gran sonrisa en su rostro. Su mamá se emocionó al verlo y lo abrazó fuertemente. "Santi, esto es maravilloso", dijo su mamá mientras lágrimas de alegría brotaban en sus ojos.

"Me has enseñado una lección muy valiosa hoy. El verdadero regalo está en compartir nuestro amor con los demás". Desde ese día, Santi entendió que no era necesario tener mucho dinero para hacer felices a los demás.

Aprendió que el verdadero valor radica en el amor incondicional que podemos darles a quienes nos rodean. Y así, Santi continuó siendo un niño curioso y alegre, pero también aprendió la importancia de ser generoso y compasivo con los demás.

Siempre recordaría la lección valiosa que su mamá le enseñó en su cumpleaños, y seguiría compartiendo su amor con el mundo.

FIN.

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