El regalo del amor



Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, Argentina, dos perriamigos llamados Pucca y Pukky.

Pucca era una perrita criolla muy tierna y juguetona, mientras que Pukky, un French poodle, era un poco más rabietas pero igualmente amoroso. Juntos formaban el dúo perfecto. Andrés y Paulina eran los papás humanos de Pucca. Ellos la habían adoptado cuando era solo una cachorrita abandonada en la calle.

Desde ese momento, su hogar se llenó de alegría y travesuras gracias a la llegada de Pucca. Pero no fue hasta que conocieron a Tere, la abuelita de Andrés, que sus vidas cambiaron por completo.

Tere siempre había amado a los animales y tenía un gran corazón para cuidarlos. Al ver lo feliz que hacía a su nieto tener a Pucca como compañera, decidió convertirse en su abuelita humana también. Juntos disfrutaban largos paseos por el parque y divertidos juegos en casa.

Por otro lado, Martha era la mamá humana de Pukky. A diferencia de Tere, ella no mostraba tanto afecto hacia los animales y consideraba a Pukky más como una mascota que como parte de la familia. Esto entristecía mucho al pequeño perrito.

Un día soleado mientras paseaban por el parque, Pucca notó que algo le preocupaba a su amigo animal. Decidida a ayudarlo, se acercó cariñosamente y le preguntó: "Pukky, ¿qué te pasa? Pareces triste".

Pukky suspiró y respondió: "Es que mi mamá humana no me trata como a un miembro de la familia. Siempre estoy solo en casa y nunca jugamos juntos como tú y tus papás humanos".

Pucca, con su corazón lleno de amor, le dijo: "No te preocupes, Pukky. Vamos a encontrar una forma de hacer que tu mamá humana se dé cuenta de lo especial que eres". Y así comenzaron su plan.

Pucca y Pukky decidieron mostrarle a Martha todo el amor y la diversión que podía tener si abría su corazón a Pukky. Comenzaron por dejarle pequeños regalos junto a su cama, como una muestra del cariño incondicional que ellos le tenían.

Un día, mientras Martha estaba leyendo en el sofá, Pucca se acercó con una pelota en la boca y comenzó a saltar emocionada frente a ella. Martha no podía resistirse al entusiasmo contagioso de Pucca y pronto se encontraba lanzando la pelota para jugar con ella.

A medida que pasaban los días, Martha empezó a darse cuenta de lo mucho que había estado perdiendo al no prestar atención a Pukky. El perrito rabietas también tenía un lado tierno y divertido que merecía ser apreciado.

Finalmente, un día Martha llamó a todos juntos al salón y les dijo: "Chicos, quiero pedirles disculpas por haber estado tan distante con Pukky. Me he dado cuenta de lo importante que es para nuestra familia y prometo tratarlo mejor".

Todos se abrazaron emocionados ante las palabras sinceras de Martha. Pucca y Pukky finalmente tenían a una mamá humana que los amaba por igual. Desde ese día, la familia de Pucca y Pukky se volvió aún más unida.

Juntos disfrutaban de largos paseos, divertidas tardes de juegos y momentos inolvidables llenos de amor y felicidad. Y así, esta historia nos enseña que todos merecen ser amados y valorados por quienes los rodean.

A veces solo hace falta abrir el corazón y dar una oportunidad para descubrir cuánto amor puede haber en cada uno de nosotros. Fin.

FIN.

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