El regalo del anciano

que el sol se escondió tras las montañas y la luna iluminaba el camino de Jhonny.

Mientras conducía por una carretera solitaria, pensaba en lo valiosos que eran los palets que transportaba y en lo mucho que podría ganar si los vendía por su cuenta. De repente, escuchó un ruido extraño que provenía del motor de su camión. Jhonny se detuvo y bajó para inspeccionar qué pasaba.

Para su sorpresa, descubrió que una de las llantas estaba desinflada. Sin saber qué hacer, miró a su alrededor y vio a lo lejos una pequeña casa. Sin más opciones, decidió acercarse a pedir ayuda. Al llegar a la casa, tocó la puerta con timidez.

Un anciano amable abrió la puerta y escuchó atentamente la situación de Jhonny. "¡Hola! Mi nombre es Jhonny Taza, soy transportista y estoy llevando unos palets muy valiosos de Portugal a Polonia.

Pero mi camión se averió y no sé cómo arreglarlo", explicó Jhonny con preocupación. El anciano sonrió comprensivamente y le ofreció ayuda. Con unas pocas herramientas simples, lograron arreglar la llanta desinflada juntos. "Muchas gracias por tu ayuda, señor... ¿cómo puedo compensarte?", preguntó Jhonny sintiéndose agradecido.

El anciano simplemente respondió: "La mejor manera de compensarme es ayudando a otros cuando lo necesiten. "Estas palabras resonaron en el corazón de Jhonny mientras continuaba su viaje hacia Polonia.

Durante el resto del trayecto, reflexionó sobre sus acciones egoístas en el pasado y cómo podía cambiar para ser una mejor persona. Finalmente, llegó a su destino con los palets intactos y entregados correctamente.

En ese momento, decidió fundar un programa para ayudar a transportistas en apuros en honor al amable anciano que lo había ayudado sin esperar nada a cambio. Desde entonces, Jhonny Taza se convirtió en un ejemplo de generosidad entre los transportistas, inspirando a muchos a ser solidarios y altruistas en su trabajo diario.

Y todo comenzó con un encuentro fortuito en medio de la noche en una carretera solitaria entre Portugal y Polonia.