El regalo del árbol de bananas
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Bananalandia, un niño llamado Tomás que tenía una gran pasión por las bananas. Todos los días, al salir de la escuela, iba directo al mercado a comprar este delicioso fruto amarillo.
Un día, mientras Tomás caminaba hacia el mercado, se encontró con un árbol de bananas gigante en medio del camino. Se acercó curioso y descubrió que las bananas estaban tan altas que no podía alcanzarlas.
-¡Vaya! ¡Qué bananas más grandes! -exclamó Tomás emocionado. En ese momento, apareció un mono travieso llamado Simón que vivía en el árbol. -¡Hola, hola! ¿Necesitas ayuda para llegar a las bananas? -dijo Simón con una sonrisa pícara. -Sí, por favor.
Me encantaría poder probar esas bananas tan jugosas -respondió Tomás ilusionado. Sin dudarlo, Simón trepó ágilmente hasta lo más alto del árbol y comenzó a tirarle las bananas a Tomás. Este se llenó de alegría al recibir tantas y tan sabrosas bananas.
-Muchas gracias, Simón. Eres increíble -agradeció Tomás emocionado. -Ahora sí podrás disfrutar de todas estas delicias. Pero recuerda compartir siempre lo que tienes con los demás -aconsejó Simón antes de desaparecer entre las ramas del árbol.
Tomás regresó a su casa feliz y compartió las bananas con su familia y amigos. Todos quedaron maravillados por el gesto generoso del niño y disfrutaron juntos de una merienda muy especial.
Días después, cuando volvió al lugar donde estaba el árbol de bananas gigante, se dio cuenta de que ya no estaba allí. En su lugar había crecido un hermoso jardín lleno de flores multicolores.
Tomás entendió entonces la lección que Simón le había enseñado: la importancia de ayudar a los demás y compartir lo que tenemos sin esperar nada a cambio. Desde ese día, se convirtió en el niño más querido y respetado de todo Bananalandia.
Y así concluye esta historia sobre cómo la bondad y la generosidad pueden transformar nuestro entorno y hacerlo mucho más hermoso y feliz para todos.
FIN.