El regalo del arco iris


Había una vez una niña llamada Cata que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos y montañas. Cata era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras para divertirse.

Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, vio a un pequeño pajarito posado en el árbol. El pajarito parecía estar triste y solitario.

Cata se acercó despacito y le preguntó: "¿Por qué estás tan triste, pajarito?"El pajarito levantó la cabeza y respondió con voz suave: "Perdí mi nido durante una tormenta y ahora no tengo donde vivir". Cata sintió mucha pena por el pajarito y decidió ayudarlo. Corrió a buscar ramitas, hojas secas y plumas para construirle un nuevo nido.

Cuando terminó, llevó al pajarito hasta su nuevo hogar. El pajarito estaba muy contento con su nuevo nido y comenzó a cantar alegremente. Para mostrar su agradecimiento, le dijo a Cata: "Querida niña, eres muy valiente y bondadosa.

Me gustaría darte algo especial como regalo". Cata sonrió emocionada y esperó ansiosa por su regalo. De repente, el cielo se oscureció y comenzaron a caer gotas de lluvia. "¡Oh no! ¡La lluvia!", exclamó Cata preocupada.

Pero entonces algo increíble sucedió: las gotas de lluvia empezaron a convertirse en pequeñas burbujas de colores brillantes que flotaban en el aire formando un arco iris. Era el arco iris más hermoso que Cata había visto en su vida.

El pajarito le explicó que los colores del arco iris eran un regalo de la naturaleza para aquellos que ayudaban a los demás y mostraban bondad.

"Cata, tú has demostrado ser una niña muy especial, llena de amor y compasión", dijo el pajarito. Cata se sintió muy feliz y agradecida por el regalo del arco iris. A partir de ese día, decidió dedicar su tiempo a ayudar a otros animales y plantas en necesidad.

Un día, mientras exploraba el bosque cercano, Cata encontró un cachorro abandonado. El cachorro estaba asustado y hambriento. Sin dudarlo, Cata lo llevó a casa y lo cuidó con mucho amor.

Con el tiempo, el cachorro creció fuerte y sano gracias al cuidado de Cata. Juntos formaron un vínculo inseparable y se convirtieron en los mejores amigos. Cata aprendió muchas cosas sobre la importancia de cuidar y proteger a los seres vivos que nos rodean.

Comprendió que cada pequeña acción podía marcar una gran diferencia en el mundo. Desde aquel día, Cata dedicó su vida a ayudar a los animales sin hogar, plantando árboles para crear más espacios verdes y compartiendo su amor con todos los seres vivos.

Y así es como la pequeña Cata descubrió que la verdadera felicidad no se encuentra solo en recibir cosas materiales sino en dar amor y hacer del mundo un lugar mejor para todos.

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