El regalo del arcoíris
En un bosque mágico, rodeado de árboles cantores y ríos de colores, vivía un hada llamada Aria, conocida como el Hada del Arcoíris. Aria tenía una misión especial: llevar amor y alegría a todos los seres que habitaban el bosque. Su varita mágica no solo creaba arcoíris, sino que también traía paz y felicidad a quienes los miraban.
Un día, mientras Aria danzaba entre las flores, vio a un pequeño pajarito, llamado Lito, que lloraba desconsoladamente.
"¿Por qué llorás, pequeño Lito?" - le preguntó Aria, con su dulce voz.
"No puedo volar como mis amigos, y siempre me quedo atrás. Me siento solo y triste" - respondió Lito, con los ojos llenos de lágrimas.
Aria decidió ayudarlo. Con un toque de su varita, hizo aparecer un hermoso arcoíris en el cielo.
"Mirá, Lito, cuando hay un arcoíris, ocurre algo mágico. Cada color tiene un poder especial. Juntos podemos hacer que vuelvas a volar" - dijo Aria, emocionada.
"¿En serio?" - preguntó Lito, con una chispa de esperanza en sus ojos.
"Sí, cada color del arcoíris te dará un nuevo valor. El rojo es coraje, el naranja es alegría, el amarillo es confianza, el verde es esperanza, el azul es tranquilidad y el violeta es amor. Vamos a comenzar con el rojo" - explicó Aria mientras agitaba su varita.
Un arcoíris brilló en el cielo, y cuando el color rojo tocó a Lito, sintió una oleada de coraje.
"¡Voy a intentarlo!" - gritó, mientras se posicionaba en la rama más alta, dispuesto a dar su primer salto.
Sin embargo, cuando Lito se lanzó al aire, no pudo seguir volando. Cayó suavemente sobre un montículo de hojas.
"No te preocupes, Lito. Esto es solo el comienzo. Vamos a intentarlo otra vez, pero ahora con el naranja" - dijo Aria, dándole un abrazo.
Lito, sintiéndose más animado, asintió. Aria volvió a agitar su varita, y esta vez el color naranja envolvió a Lito. Sintiéndose lleno de alegría, volvió a intentarlo. Pero esta vez, a pesar de su entusiasmo, no logró despegar del suelo del todo.
"No entiendo, Aria. Si tengo coraje y alegría, ¿por qué no puedo volar?" - preguntó Lito, sintiéndose frustrado.
"Porque todos los colores son importantes, amigo. Vamos a intentar con el amarillo, que te dará confianza. Recuerda, hay que darle tiempo, el vuelo es un proceso" - explicó Aria con ternura.
Lito volvió a intentarlo. Con cada color que Aria invocaba, sentía más fuerza. Sin embargo, al alcanzar el azul, que traía tranquilidad, su energía se desvanecía.
"Esto no funciona, Aria. Nunca podré volar como los demás" - decía, desanimado.
Aria lo miró con cariño y le respondió:
"Todo gran vuelo comienza con pequeños pasos. A veces lo más difícil es creer en uno mismo. Por eso, el último color que vamos a aprender hoy es el violeta, que te traerá amor propio. Tenés que aprender a quererte, Lito".
Aria agita su varita una vez más. Con el color violeta, Lito sintió que una luz cálida llenaba su corazón. Se miró al espejo de agua que había a su lado y, por primera vez, sonrió al verse.
"¡Soy hermoso!" - exclamó.
Y entonces, sintió que podía ser fuerte y que su deseo de volar no era una limitación, sino un sueño por alcanzar. Con nuevos bríos, Lito se posó en la ramita más alta y, con un gran empujón, empezó a aletear.
"¡Lo logré, Aria! ¡Estoy volando!" - gritó emocionado.
Aria se unió a su alegría mientras lo seguía en el aire.
"Sí, Lito, ¡lo hiciste! Nunca dejes de creer en vos mismo. A veces, solo necesitamos aprender a querernos y a ser pacientes".
Desde ese día, Lito hizo amigos y voló entre los árboles con su nuevo coraje y amor propio. Y cada vez que veía un arcoíris, recordaba lo que había aprendido de Aria.
El bosque se llenó de risas y colores, y Aria, con su varita mágica, continuó esparciendo alegría y amor entre todos.
Fin.
FIN.