El Regalo del Bosque
Era Noche Buena y en un pueblo pequeño y acogedor, los niños estaban emocionados por recibir sus regalos. Todos querían un juguete de peluche muy especial, un osito que brillaba con luces de colores y podía hablar. Pero había una niña, Sofía, que solo tenía un deseo en su corazón.
Sofía vivía con su abuela, quien había estado un poco triste y enferma. La pequeña pensaba que la única cosa que podría alegrar a su abuela era su salud. Aquella noche, mientras los demás niños hacían listas de regalos alborotados, Sofía miraba por la ventana y susurraba, "Deseo que mi abuela esté bien. Eso es todo lo que quiero para Navidad."
Desde el cielo, un ser especial escuchó su deseo. Era un hombre bondadoso con un gran saco de regalos y una sonrisa amable, que decidió ayudar a la pequeña.
"No hay nada que desee más que ayudar a esa niña", dijo mientras miraba a Sofía. "Hoy le llevaré un regalo diferente."
Con su saco mágico, descendió al bosque donde vivía Sofía y se dispuso a entregarle el osito de peluche. Cuando llegó, encontró a la niña observando las estrellas.
"¡Sofía!", dijo Jesús, mientras aparecía, "He traído un regalo para ti."
Sofía miró maravillada el enorme peluche que brillaba en sus manos.
"¡Es hermoso!", exclamó. "Pero, yo realmente quiero que mi abuela se sienta mejor. Este oso es muy bonito, pero no lo necesito tanto como ella."
El hombre de la sonrisa amable sonrió aún más. "Tu corazón es bondadoso, Sofía. Vamos a hacer algo especial."
De repente, el osito comenzó a hablar. "Hola, Sofía. Soy Oso Estrella, y he escuchado tu deseo. Juntos podemos ayudar a tu abuela."
Sofía se asombró. "¿Cómo? El peluche puede hacerlo?"
"Sí!", continuó Oso Estrella. "Dame un poco de tu amor y tus buenos deseos, y crearé un momento mágico."
La pequeña entonces cerró los ojos, juntó sus manos y deseó con todas sus fuerzas el bienestar de su abuela. Mientras lo hacía, Oso Estrella brilló intensamente, inundando todo el bosque con una luz cálida y reconfortante.
En ese instante, la abuela de Sofía, en su casa, sintió una brisa suave que la rodeaba. Se sentía más alegre, llena de energía y con una sonrisa en el rostro.
"¡Oh, Sofía!", gritó desde su habitación. "Me siento tan bien! Creo que podré volver a hacer esas galletitas que tanto te gustan."
Sofía abrió los ojos y sintió un gran calor en su corazón. "¡Oso Estrella, lo lograste!"
"Sí, pero no fui solo yo. Tu amor y buenos deseos fueron lo que hicieron la magia. Nunca subestimes el poder de un corazón bondadoso. La alegría que das regresa a ti de maneras inesperadas."
La pequeña miró con nuevos ojos su regalo. No solo había recibido un hermoso oso, sino que había también un regalo mucho más grande: la felicidad de su abuela.
"Gracias, Oso Estrella. Ahora sé que lo más valioso no son los juguetes, sino compartir amor y solidaridad con quienes más queremos."
Y así, entre risas y abrazos, Sofía y su abuela celebraron la Noche Buena como nunca antes, con el Oso Estrella brillando en el corazón del hogar, recordándoles que la verdadera magia de la Navidad se encuentra en dar y recibir amor.
FIN.