El regalo del búho Óscar


Había una vez en un frondoso bosque, un búho llamado Óscar. Óscar era conocido por ser muy glotón y egoísta, siempre guardaba para sí mismo las deliciosas presas que cazaba durante la noche.

No le importaba si otros animales del bosque tenían hambre, él solo pensaba en su propio bienestar. Un día, mientras volaba en busca de comida, Óscar atrapó un jugoso ratoncito.

Estaba tan feliz con su presa que decidió esconderse en lo más profundo del bosque para devorarlo sin ser molestado. Sin embargo, algo inesperado ocurrió. De entre los arbustos salió corriendo Lucas, un conejito muy simpático y amigable que había visto a Óscar cazar al ratoncito.

Lucas se acercó al búho con una sonrisa en el rostro y le dijo:- ¡Hola Óscar! ¿Qué estás haciendo? Óscar frunció el ceño molesto por la interrupción y respondió bruscamente:- Estoy comiendo mi cena, así que vete de aquí.

Lucas no se dio por vencido y con voz amable le pidió al búho:- Por favor, Óscar, comparte tu comida conmigo. Tengo mucha hambre y sé que tú puedes ayudarme.

El búho se rio con desdén y exclamó:- ¡Jamás compartiré mi comida contigo ni con nadie más! ¡Es mía! Pero Lucas no se rindió. Con paciencia le explicó a Óscar lo importante que era ayudarse mutuamente en tiempos difíciles y cómo la generosidad podía traer alegría a sus vidas.

Óscar comenzó a reflexionar sobre las palabras del conejito mientras veía su reflejo en los ojos brillantes de Lucas. Finalmente, tomó una decisión inesperada: dividió el ratoncito en dos partes iguales y le ofreció una a Lucas. - Aquí tienes, amigo conejito.

Gracias por enseñarme la importancia de compartir - dijo Óscar con humildad. Lucas aceptó el gesto de buena gana y juntos disfrutaron de aquella deliciosa cena bajo la luz de la luna.

Desde ese día, Óscar aprendió a valorar la importancia de la generosidad y la amistad gracias a la bondad de Lucas.

Y así, en aquel bosque encantado donde las lecciones brotaban como flores silvestres, el búho egoísta se convirtió en un ejemplo vivo de solidaridad para todos los habitantes del lugar. Y colorín colorado este cuento ha terminado pero recuerda... ¡Siempre es mejor compartir!

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