El regalo del caballo alado



Había una vez en la selva un león llamado León, que era muy valiente y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos. Un día, León se encontró con su amigo tortuga Roberto caminando por la playa.

- ¡Hola, Roberto! ¿Qué haces por aquí? -preguntó León con curiosidad. - Hola, León. Estaba buscando algo de comer, pero no encuentro ninguna banana por aquí cerca -respondió tristemente Roberto.

León recordó que en una cueva cercana solían haber muchas bananas y decidió llevar a Roberto hasta allí para que pudiera saciar su hambre. Al llegar a la cueva, se encontraron con un caballo alado dormido justo al lado de un montón de bananas.

- ¡Mira, Roberto! ¡Aquí hay muchas bananas para ti! -exclamó León emocionado. Roberto comenzó a comer las deliciosas frutas mientras León observaba al caballo alado dormir plácidamente.

De repente, el caballo despertó sobresaltado y les dijo:- ¡Oh no! ¿Qué hacen ustedes aquí? Esta es mi cueva y es peligroso estar tan cerca de mí. Soy un caballo alado mágico y necesito proteger este lugar.

León y Roberto se disculparon por invadir su espacio y le explicaron que solo querían ayudar a su amigo tortuga a encontrar comida. El caballo alado los miró con curiosidad y les preguntó qué los había llevado hasta allí.

- Bueno, resulta que no podía encontrar ninguna banana en la playa y León me trajo hasta aquí para ayudarme -explicó Roberto tímidamente. El caballo alado sonrió amablemente y les dijo:- Entiendo ahora cuán valiosa es tu amistad, León. Te recompensaré permitiéndote quedarte en esta cueva siempre que lo necesites.

Y tú, Roberto, nunca te faltará comida si vienes aquí también. Desde ese día, León visitaba la cueva del caballo alado cada vez que necesitaba descansar o reflexionar sobre cómo ser un mejor amigo.

Y así aprendieron juntos que la verdadera amistad puede superar cualquier obstáculo y traer grandes recompensas para aquellos dispuestos a compartirla desinteresadamente.

FIN.

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