El regalo del corazón



Había una vez un niño llamado Paulo que vivía en la ciudad. Paulo era muy pobre y aunque se acercaba la Navidad, él sabía que no recibiría ningún regalo.

Esto lo ponía muy triste, ya que todos sus amigos hablaban de los juguetes y sorpresas que esperaban encontrar debajo del árbol. Un día, mientras caminaba por las calles de la ciudad con su mirada baja, Paulo se encontró con una niña llamada Ana.

Ana también era una niña pequeña y tenía un corazón enorme lleno de bondad. Ana notó la tristeza en el rostro de Paulo y decidió acercarse a él. Con una sonrisa amigable, le preguntó: "¿Qué te pasa, Paulo? Pareces muy triste".

Paulo levantó la cabeza y respondió con voz temblorosa: "Esperaba recibir un regalo esta Navidad, pero sé que no será posible porque mi familia no tiene dinero".

Ana sintió mucha pena por su nuevo amigo y pensó en cómo podría ayudarlo a sentirse mejor. Entonces tuvo una idea brillante. —"Paulo" , dijo Ana emocionada-, "¡Tengo algo especial para ti! Espera aquí un momento". Ana corrió hacia su casa y volvió rápidamente con sus brazos llenos de juguetes viejos pero bien cuidados.

Eran los juguetes con los que ella había jugado cuando era más joven. "Estos son para ti", dijo Ana mientras extendía sus manos hacia Paulo-. "Sé que no son nuevos, pero están llenos de amor y diversión".

Los ojos de Paulo se iluminaron al ver los juguetes. Aunque eran viejos, para él eran como tesoros. Abrazó a Ana con gratitud y le dio las gracias.

A partir de ese día, Paulo y Ana se convirtieron en los mejores amigos. Juntos jugaron con los juguetes antiguos de Ana y descubrieron que la verdadera felicidad no estaba en los regalos nuevos, sino en la amistad sincera y el amor compartido.

La Navidad llegó finalmente y aunque Paulo no recibió ningún regalo nuevo, su corazón estaba lleno de alegría porque tenía a Ana a su lado. Compartieron risas, canciones navideñas y deliciosas galletas hechas por las madres de ambos.

Desde entonces, cada año durante la Navidad, Paulo recordaba el hermoso gesto de amistad de Ana y compartía lo que tenía con aquellos que también necesitaban un poco de alegría en sus vidas.

Y así fue como el niño pobre llamado Paulo aprendió una valiosa lección: que la verdadera magia de la Navidad está en compartir el amor y la bondad con los demás. Y eso es algo que nunca olvidaría. El fin.

FIN.

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