El regalo del corazón


Maya vivía en una pequeña comunidad rodeada de montañas y ríos. A pesar de la belleza natural que la rodeaba, Maya a veces se sentía triste.

Su papá trabajaba mucho y casi nunca tenía tiempo para jugar con ella ni mostrarle afecto. Maya veía cómo otros niños eran abrazados por sus papás y eso le generaba un gran vacío en el corazón. Un día, decidida a cambiar su tristeza, Maya decidió buscar una solución.

- Papá, ¿podemos hablar? - le preguntó con timidez. Su papá, sorprendido por la seriedad en los ojos de Maya, asintió y se sentaron juntos.

- Papá, sé que trabajas mucho para cuidarnos, pero a veces me siento triste porque no pasamos mucho tiempo juntos - confesó Maya con valentía. El papá de Maya se sintió muy apenado al escuchar esto y prometió hacer un cambio.

Esa noche, antes de dormir, el papá de Maya le contó una historia sobre un brillante hada madrina que concedía deseos. - ¿Y si tuvieras un deseo, Maya? ¿Qué pedirías? - preguntó el papá con una sonrisa. Maya pensó detenidamente y respondió: - Pediría un regalo que me haga feliz para siempre.

El papá de Maya le comentó que quizás podrían encontrar ese regalo en un lugar muy especial. Al día siguiente, el papá llevó a Maya a un hermoso bosque cercano. Caminaron juntos hasta llegar a un claro bañado por la luz del sol.

Maya se maravilló al ver un árbol dorado y brillante, repleto de corazones brillantes colgando de sus ramas. - Este es el Árbol de los Deseos. Dicen que si eliges un corazón, tu deseo se hará realidad - explicó el papá de Maya.

Maya miró todos los corazones y finalmente escogió uno rojo y reluciente. En ese momento, sintió un cálido abrazo de su papá. - Creo que este corazón es el regalo perfecto para ti, Maya.

Pero recuerda, el verdadero regalo del corazón no solo te hará feliz a ti, sino también a los demás - dijo su papá con ternura.

Maya abrazó a su papá con fuerza y supo en ese instante que el amor de su papá era el regalo más valioso que podría recibir. A partir de ese día, el papá de Maya se esforzó por pasar más tiempo con ella, compartiendo risas, juegos y aventuras.

Los dos forjaron un lazo más fuerte que nunca, y Maya encontró la felicidad en el amor de su papá. El regalo del corazón había traído más luz y amor del que Maya hubiera imaginado.

Y juntos, abrazados bajo el Árbol de los Deseos, Maya y su papá supieron que el amor era el regalo más precioso de todos.

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