El Regalo del Corazón
En una pequeña aldea, cubierta de nieve y luces brillantes, vivía una niña llamada Lila. A Lila le encantaba la Navidad, no solo por los regalos, sino por el ambiente de alegría que envolvía a todos. Tenía una familia amorosa y soñaba con hacer algo especial en estas fiestas.
Una mañana, mientras caminaba por el bosque, Lila encontró una caja de madera decorada con intrincados tallados de copos de nieve y estrellitas. La caja estaba cerrada, y aunque era muy hermosa, parecía triste, como si estuviera esperando algo.
"¿Qué será esto?" - se preguntó Lila, con curiosidad.
Decidida a descubrir su secreto, llevó la caja a su casa. A medida que se acercaba a la chimenea, su hermano Simón apareció saltando como un reno.
"¿Vas a abrirla?" - preguntó Simón, mirando con ojos relucientes.
"No sé si debería..." - respondió Lila, recordando las historias que había escuchado sobre objetos mágicos. Pero el brillo del regalo la llamaba.
Mientras intentaba abrir la tapa, un susurro suave se oyó desde dentro de la caja.
"Ayúdame, Lila..." - decía una voz melodiosa.
Lila y Simón se miraron con asombro.
"¿Quiere que te ayude? ¿Quién sos?" - preguntó Lila en voz baja.
"Yo soy el Regalo del Corazón. Sólo puedo ser abierto si hay un verdadero deseo de ayudar a los demás en Navidad" - explicó la voz.
Intrigada, Lila pensó en su aldea y en cómo siempre había gente que necesitaba compañía o alguna pequeña ayuda. Así que, en lugar de pensar en abrir la caja para sí misma, se le ocurrió una idea.
"¡Simón! ¿Qué tal si utilizamos esta caja para hacer un regalo a alguien que lo necesite en nuestro barrio?" - Lila dijo emocionada.
El rostro de Simón se iluminó.
"¡Sí, hagamos un regalo! ¡Recogeremos juguetes y cosas que no usemos!"
Días después, los hermanos se pusieron manos a la obra. Reunieron juguetes, ropa y hasta dulces, todo lo que podían ofrecer. Todos en la aldea se unieron a la causa, llenando la caja con amor y sonrisas.
Cuando finalmente la caja estuvo lista, Lila se acercó a ella.
"Ahora puedo abrirte, Regalo del Corazón" - dijo, sonriendo. Y al abrir la caja, un destello deslumbrante iluminó la habitación. Desde dentro, salieron suaves destellos en forma de estrellas que comenzaron a flotar, llenando el aire con un aroma a canela y pino.
"Gracias, Lila y Simón. Ahora he podido cumplir mi propósito. Recuerden que el verdadero regalo de la Navidad es el amor y la generosidad" - dijo la voz con ternura.
Lila sonrió. En lugar de un regalo material, había encontrado algo mucho más valioso: la alegría de dar y compartir.
La noche de Navidad, Lila y Simón llevaron la caja a la plaza del pueblo, donde colgaron carteles de que habría una entrega de regalos a todos los niños del barrio. La sonrisa de todos al recibir sus regalos era el mejor regalo que podrían haber imaginado.
Desde ese día, la caja se convirtió en un símbolo de amor y amistad en la aldea, y cada año, en la víspera de Navidad, los habitantes se unían para llenarla de buenos deseos y sonrisas. Nadie olvidó la lección que aprendieron una fría mañana de diciembre: a veces, el mejor regalo que podemos dar es abrir nuestro corazón a los demás.
Así, el Regalo del Corazón seguía su camino, llevando luz y amor a todos aquellos que deseaban compartir.
"¡Feliz Navidad!" - exclamó Lila mientras miraba hacia el cielo estrellado, y lo único que podía escuchar era el suave murmullo de la noche, lleno de promesas.
Y así, año tras año, el verdadero espíritu de la Navidad jamás se apagó en esa pequeña aldea.
Fin.
FIN.