El Regalo del Fuego


Había una vez en la prehistoria, un grupo de amiguitos llamados Rocco, Mara y Tito. Ellos vivían en una cueva y siempre estaban buscando aventuras emocionantes.

Un día, mientras exploraban el bosque, encontraron algo asombroso: ¡un extraño objeto brillante! Era redondo y tenía colores que nunca habían visto antes. Rocco lo recogió con cuidado y todos se preguntaron qué podría ser.

Mara sugirió llevarlo a su abuelo Sabino, quien era sabio y conocía muchas cosas sobre el mundo antiguo. Corrieron hacia la cueva de Sabino y le mostraron el misterioso objeto. Sabino tomó el objeto entre sus manos arrugadas y sonrió. "Esto es sílex", dijo con entusiasmo. "Es una piedra especial que puede crear fuego".

Los ojos de los niños se iluminaron al escuchar eso. Rocco preguntó emocionado: "¿Podemos aprender a encender fuego como nuestros antepasados?". Sabino asintió lentamente y les explicó que no sería fácil.

Les dijo que deberían encontrar más sílex para practicar antes de poder hacer fuego de verdad. Los amigos siguieron las instrucciones de Sabino y comenzaron a buscar más piedras especiales por todo el bosque.

Fueron días de búsqueda intensa, pero finalmente lograron recolectar suficiente sílex para comenzar su entrenamiento. Una noche, mientras reunían ramas secas para utilizarlas como combustible, oyeron un ruido extraño proveniente del otro lado del río. Decidieron investigar porque eran valientes y curiosos.

Al cruzar el río, descubrieron que era una tribu vecina llamada los Sombraluz. Esta tribu vivía en la oscuridad y tenía mucho miedo del fuego. Los niños se acercaron lentamente, no querían asustarlos. —"Hola" , dijo Mara con voz suave.

Los miembros de la tribu se sorprendieron al ver a los niños. Tenían miedo y parecían estar enfadados. "No tengáis miedo", dijo Rocco intentando calmarlos. "Venimos en paz".

Tito mostró el sílex y explicó cómo podía ayudarles a tener luz y calor durante las noches frías. La tribu, aunque desconfiada al principio, decidió escuchar lo que los niños tenían para decir. Después de todo, ellos también sentían frío por las noches y temían a las criaturas nocturnas.

Rocco tomó un palo seco y comenzó a golpear suavemente el sílex contra otro pedazo de metal que había encontrado. Pronto, una chispa saltó y encendió un trozo de musgo seco. El fuego cobró vida ante sus ojos maravillados.

Los Sombraluz quedaron atónitos al ver el fuego por primera vez en sus vidas. La luz cálida iluminaba sus rostros llenos de asombro mientras sentían el calor reconfortante. La tribu les dio las gracias a los niños por traerles algo tan valioso como el fuego.

Desde ese día, Rocco, Mara y Tito visitaban regularmente a los Sombraluz para enseñarles cómo encender fuego con seguridad.

Con el tiempo, la tribu aprendió a usar el fuego para iluminar sus hogares, cocinar alimentos y ahuyentar a los animales salvajes. Ya no tenían miedo de la oscuridad, pues sabían que tenían el poder del fuego para protegerlos. Los niños se sintieron orgullosos de haber ayudado a los Sombraluz y de compartir su conocimiento con ellos.

Aprendieron que incluso en un mundo lleno de miedo y suspenso, siempre hay lugar para la amistad, el aprendizaje y la valentía.

Y así, Rocco, Mara y Tito siguieron explorando el mundo prehistórico juntos, creando nuevas aventuras mientras compartían su sabiduría con aquellos que lo necesitaban.

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