El regalo especial de Lea



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Lea. Lea era una niña alegre y curiosa, siempre jugando y explorando el mundo que la rodeaba.

Vivía con su papá, quien trabajaba viajando por negocios y a veces pasaba varios días fuera de casa. Una mañana, cuando Papá se estaba preparando para otro viaje de negocios, Lea comenzó a sentirse mal. Tenía fiebre alta y no quería jugar ni comer sus comidas favoritas.

Papá se preocupó mucho al ver a su pequeña enferma, pero no podía cancelar su viaje porque tenía compromisos importantes que cumplir. "Papá, ¿no te vayas? Tengo miedo," dijo Lea con voz débil.

Papá abrazó a Lea con cariño y le prometió que volvería lo más pronto posible. Llamó a la vecina doña Rosa para que cuidara de Lea mientras él estaba fuera.

Doña Rosa era una mujer amable y sabia que conocía muchas recetas caseras para ayudar a recuperarse rápido. Doña Rosa preparó calditos calientes, le leyó cuentos antes de dormir y cantaba canciones dulces para hacer sentir mejor a Lea. La pequeña sonreía débilmente, sintiendo el amor y cuidado de doña Rosa en cada gesto.

Los días pasaron y la fiebre de Lea finalmente cedió. Estaba más animada y empezaba a jugar nuevamente.

Pero justo cuando parecía estar recuperándose por completo, Papá tuvo un problema en su trabajo que lo obligó a quedarse fuera un poco más de lo planeado. Lea extrañaba mucho a su papá y comenzó a sentirse triste otra vez.

Doña Rosa notó el cambio en la actitud de la niña e ideó un plan para animarla: organizaron una fiesta sorpresa para darle la bienvenida a Papá cuando regresara. El día esperado llegó finalmente y Papá entró por la puerta cargado de maletas.

Al ver los globos, las guirnaldas y los dibujos hechos por Lea colgados por toda la casa, no pudo contener las lágrimas de emoción. "¡Sorpresa! ¡Bienvenido!" gritaron Lea y doña Rosa emocionadas. Papá abrazó fuertemente a Lea, feliz de verla recuperada y rodeada del cariño de doña Rosa.

Agradeció profundamente a la vecina por cuidar tan bien de su hijita mientras él estuvo ausente. Desde ese día en adelante, Papá decidió involucrarse más en actividades familiares cuando estuviera en casa y asegurarse siempre tener tiempo para compartir momentos especiales con su hijita querida.

Y así, entre risas, abrazos y canciones felices, la familia aprendió lo importante que es estar juntos en los buenos momentos ¡y también en los difíciles!

FIN.

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