El regalo especial para papá




Había una vez un papá maravilloso llamado Martín, que tenía dos hijos muy amorosos, Martina y Benjamín. Martina era una niña curiosa y alegre, mientras que Benjamín era un niño travieso y cariñoso.

Ambos adoraban a su papá y querían hacer algo especial para el Día del Padre. Decidieron prepararle un regalo muy especial para demostrarle lo mucho que lo querían. Durante días, los dos hermanos se esforzaron por crear algo único para su padre.

Martina dibujó un hermoso cuadro donde aparecían los tres juntos, sonriendo y abrazados, mientras que Benjamín eligió las flores más bonitas del jardín y las colocó en una bonita maceta. Cada uno puso todo su cariño en el regalo. Finalmente, llegó el gran día.

Martina y Benjamín corrieron emocionados hacia su papá, con los ojitos brillantes y los corazones latiendo con fuerza. Con mucho entusiasmo, le entregaron su regalo.

Martín abrió el paquete y allí estaban el hermoso cuadro y la colorida maceta con las flores. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver el amor y el esfuerzo que sus hijos habían puesto en ese regalo. Los abrazó con fuerza y les dijo lo orgulloso que estaba de ellos.

'Son lo mejor que me ha pasado en la vida', les aseguró. Martina y Benjamín se sentían inmensamente felices y amados. Papá les explicó que lo más valioso para él era tenerlos a su lado, verlos crecer y aprender juntos cada día.

Les agradeció por el regalo tan especial y les prometió que lo cuidaría siempre. Los pequeños sonrieron, sabiendo que habían acertado con su regalo.

Esa noche, antes de dormir, Martín se acercó a la habitación de Martina y Benjamín para darles un beso de buenas noches. Los encontró dormidos, abrazados a sus juguetes, con sonrisas en sus rostros. En ese momento, Martín supo que estaba haciendo un buen trabajo como padre.

Supo que el amor, la paciencia y la dedicación que les entregaba a sus hijos eran lo más importante. Y así, con el corazón lleno de felicidad, se despidió de sus pequeños sabiendo que había recibido el mejor regalo que un padre podía desear: el amor incondicional de sus hijos.

FIN.

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