El regalo eterno de la abuela


Había una vez una abuela muy especial llamada Rosa. Aunque ya no estaba físicamente con su familia, siempre los cuidaba desde el cielo.

Rosa era una abuela fantasma, y tenía la habilidad de visitar a sus seres queridos cuando lo deseaba. Un día, mientras observaba a su nieta Lucía jugar en el jardín, Rosa decidió hacerle una visita sorpresa. Con mucho cuidado, se deslizó por la ventana y voló hasta donde estaba la pequeña Lucía.

"-¡Hola Lucía! Soy tu abuela Rosa", dijo la abuela fantasma con alegría. Lucía se sorprendió al principio, pero pronto sonrió y le respondió: "-¡Hola abuelita! ¡Qué lindo verte!". Rosa pasó todo el día jugando con Lucía.

Juntas construyeron castillos de arena en la playa del parque y se balancearon en los columpios más altos. Se rieron tanto que las risas llenaron todo el lugar. A medida que pasaban las horas, Rosa notó que Lucía empezaba a ponerse triste.

"-¿Qué te pasa, mi amor?", preguntó preocupada. "-Extraño mucho a papá", respondió Lucía con lágrimas en los ojos. "No ha estado presente últimamente".

Rosa comprendió que era momento de ayudar a su nieta a entender que todas las personas tienen momentos difíciles y que es importante estar allí para apoyarse mutuamente. "-Lucía, mi vida", comenzó diciendo Rosa con ternura. "Tu papá está atravesando un momento complicado en el trabajo y necesita tiempo para resolverlo".

Lucía asintió pero aún seguía triste. Entonces Rosa tuvo una idea. "-Sabes, Lucía, a veces necesitamos un poco de ayuda para ver las cosas desde otra perspectiva". Rosa tomó la mano de Lucía y juntas volaron hacia el cielo.

Mientras ascendían entre nubes esponjosas, Rosa le explicó que allí arriba había un lugar especial llamado "El Mirador de los Sueños". Era un sitio mágico donde se podían ver todas las situaciones difíciles desde otro ángulo.

Cuando llegaron al mirador, Lucía pudo observar cómo su papá trabajaba duro para solucionar sus problemas. También vio cómo luchaba por mantener a su familia feliz y segura. "-Ahora entiendo", dijo Lucía con una sonrisa en su rostro.

"Mi papá está haciendo todo lo posible por nosotros". Rosa abrazó a Lucía con cariño y juntas regresaron al parque. Desde ese día, Lucía aprendió a apoyar a su papá cuando estaba pasando por momentos difíciles.

Sabía que él siempre estaría allí para ella también. Con el tiempo, la abuela fantasma siguió visitando a su familia y compartiendo momentos especiales con ellos. Aprendieron que el amor nunca desaparece, incluso si alguien ya no está físicamente presente.

Y así fue como el viaje de una abuela fantasma al cielo enseñó a Lucía sobre la importancia del amor familiar y la comprensión en tiempos difíciles.

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