El regalo mágico de Margarita



Había una vez, en un hermoso bosque encantado, una pequeña mariposa llamada Margarita. Margarita era muy curiosa y siempre estaba en busca de nuevas aventuras.

Un día, mientras volaba por el bosque, vio a lo lejos unas hermosas flores coloridas. Intrigada por su belleza, se acercó volando y descubrió que eran las Flores Conejo. Estas flores eran especiales porque tenían forma de conejitos y podían moverse como si fueran animales vivos.

Margarita quedó asombrada y se acercó a saludarlas. "¡Hola! Soy Margarita, la mariposa curiosa. ¿Puedo ser amiga de ustedes?", preguntó entusiasmada. Las Flores Conejo sonrieron y aceptaron encantadas la propuesta de amistad de Margarita.

Juntos pasaron días felices jugando y explorando el mágico bosque. Pero un día, algo extraño sucedió: las Flores Conejo comenzaron a marchitarse lentamente. Margarita se preocupó mucho al verlas tristes y débiles. Decidió buscar ayuda en el sabio búho del bosque para encontrar una solución.

"Búho Sabio, necesito tu consejo", dijo Margarita con angustia. "Mis amigas las Flores Conejo están enfermas y no sé cómo ayudarlas".

El Búho Sabio escuchó con atención e hizo una pausa antes de responder:"Margarita, las Flores Conejo están perdiendo su vitalidad porque necesitan algo especial para sobrevivir: la energía del amor verdadero y desinteresado". Margarita se sorprendió, pero entendió que debía hacer algo para salvar a sus amigas.

Decidió buscar en todo el bosque el regalo perfecto que demostrara su amor y amistad hacia ellas. Después de mucho buscar, Margarita encontró una hermosa piedra brillante en lo más profundo del río.

Sabía que esa piedra era mágica y tenía el poder de devolver la vitalidad a las Flores Conejo. Corrió emocionada hacia ellas y les entregó la piedra con todo su cariño. Al instante, las flores comenzaron a recuperarse y volvieron a estar llenas de vida.

Las Flores Conejo no podían creer lo que había hecho Margarita por ellas. Llenas de gratitud, le dieron un abrazo colectivo y prometieron cuidarse mutuamente siempre. A partir de ese día, las Flores Conejo y Margarita se volvieron inseparables.

Juntos aprendieron sobre la importancia del amor verdadero y desinteresado en la amistad. Cada día exploraban el bosque juntos, compartiendo risas y alegrías. El bosque encantado se llenó de magia gracias al amor sincero entre estos amigos tan especiales.

Y así, Margarita descubrió que la verdadera belleza radica en el corazón puro y generoso. Desde aquel día, todos los animales del bosque aprendieron una valiosa lección: cuando nos preocupamos por los demás sin esperar nada a cambio, nuestro mundo se llena de alegría e infinitas posibilidades.

Y así fue como Margarita, las Flores Conejo y todos los habitantes del bosque encantado vivieron felices para siempre, compartiendo amor y amistad en cada rincón de aquel mágico lugar.

FIN.

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