El Regalo Más Grande
Era un hermoso día de diciembre y Carlos, un niño que adoraba la Navidad, caminaba por el parque con su perro, Copito. Mientras disfrutaba de las decoraciones y las luces brillantes que adornaban la ciudad, no pudo evitar notar a unos niños jugando. Se acercó a escuchar y notó que hablaban sobre lo que más deseaban para estas fiestas.
"Yo quiero una bicicleta", dijo Matías, un niño con una sonrisa amplia aunque triste por dentro.
"Yo sólo quiero un oso de peluche gigante", añadió Juan Piere, jugando con su viejo juguete.
"A mí me gustaría que mis papás no trabajaran tanto", dijo Josué, mirando al suelo.
Carlos sintió un nudo en el estómago. Él siempre había recibido regalos en Navidad, pero ¿y esos niños? ¿Qué era lo que realmente deseaban?
Esa noche, Carlos llegó a casa con una idea brillante. Se sentó frente a su computadora y comenzó a investigar.
"Papá, tengo una idea", le dijo a su padre emocionado.
"¿De qué se trata, hijo?", respondió su papá, curioso.
"Quiero ayudar a los niños que no tienen nada en Navidad. Quiero hacer una lista de regalos y conseguir lo que más desean."
"Me parece una idea maravillosa, pero necesitarás ayuda", dijo su padre.
Al día siguiente, Carlos reunió a sus amigos, Jean Piere, Mathias y Josué. Les explicó su plan:
"Vamos a hacer una campaña para recolectar regalos. Cada uno traerá algo que ya no use, o podemos juntar dinero para comprar lo que ellos quieren", propuso.
Jean Piere, siempre entusiasta, aplaudió:
"¡Eso suena increíble! Podemos ir puerta por puerta."
Mathias miró a su amigo:
"Y también podemos pedir ayuda a nuestros padres y vecinos."
Josué se mostró un poco inseguro:
"¿Realmente creen que lo lograremos?"
"¡Por supuesto!", respondieron al unísono sus amigos.
Así que, durante las siguientes semanas, se armaron de valor y comenzaron su aventura. Recorrieron el barrio, explicando su propósito a todos y pidiendo donaciones. A medida que pasaban los días, comenzaron a juntar juguetes, ropa, libros y hasta algunas bicicletas.
Todo iba viento en popa. Sin embargo, sucedió algo inesperado. Una semana antes de Navidad, el grupo se reunió para contar lo que habían recolectado. Uno a uno, iban mostrando lo que traían.
"Yo tengo tres muñecas", dijo Jean Piere emocionado.
"Yo conseguí dos patinetes", añadió Mathias.
"Pero…" comenzó Carlos, un poco desanimado. "No hemos logrado conseguir lo que esos niños realmente quieren. Como la bicicleta de Matías o el oso de peluche gigante de Juan Piere. Debemos hacer más."
Fue entonces cuando Josué propuso algo novedoso:
"¿Y si hacemos una rifa? Podemos juntar más dinero y comprar esos regalos."
"¡Sí! Es una idea genial!", exclamó Carlos, iluminándose al instante.
Los cuatro se pusieron manos a la obra, diseñaron carteles y comenzaron a vender boletos en el barrio. La comunidad se unió a la causa, y en pocos días juntaron una cantidad sorprendente. No solo lograron comprar lo que faltaba, sino que también se les ocurrió algo especial: una fiesta de Navidad para los niños.
La noche del 24 de diciembre, el parque se llenó de luces y música. Carlos y sus amigos, vestidos de renos, esperaron a que llegaran los niños. Cada uno tenía una pequeña bolsa de sorpresas.
Cuando Matías, Juan Piere y Josué llegaron, sus ojos se iluminaban al ver la cantidad de regalos.
"¡Esto es increíble!", dijo Juan Piere, tratando de abrazar un enorme oso de peluche.
"El año que viene, quiero ayudar también", dijo Matías con lágrimas de felicidad.
"Lo mejor de todo»,les aseguró Carlos,»es poder compartir y hacer felices a otros."
Esa noche, el parque brillaba más que nunca. Entre risas, juegos y música, todos celebraron la verdadera esencia de la Navidad: el amor y la solidaridad. Y aunque Carlos aún adoraba la Navidad, ahora sabía que el mejor regalo era el que se daba con el corazón.
Al día siguiente, se sentó con sus amigos a reflexionar.
"Hoy aprendí que no importa qué regalos tengamos, sino cómo hacemos sentir a los demás."
"Sí, ¡y siempre podemos ayudar!", respondió Jean Piere.
"Tal vez deberíamos hacer esto todos los años", sugirió Mathias.
"Definitivamente, ¡seremos héroes de la Navidad!", exclamó Josué.
Y así, Carlos y sus amigos hicieron un pacto: cada Navidad harían algo para ayudar a los que más lo necesitaban. Y mientras se reían y compartían anécdotas, sabían que esa sería la Navidad más especial de todas. La Navidad en la que no solo recibieron regalos, sino que también dieron el mejor de todos: la amistad y la esperanza.
A partir de entonces, cada diciembre el parque se llenaba de luces, sonrisas y muchos niños felices gracias al trabajo conjunto de un grupo de amigos que decidieron ver más allá de sus propios deseos. Y así, la Navidad se convirtió en una época de amor, unión y alegría.
Y colorín colorado, esta historia ha terminado.
FIN.