El regalo más valioso para mamá
Era el día de las madres y en la casa de la familia Pérez todo estaba preparado para celebrar a mamá.
El papá, Juan, había comprado un hermoso ramo de flores y los niños, Lucas y Sofía, habían hecho tarjetas llenas de corazones y colores brillantes. Después del desayuno, Juan le entregó a mamá su regalo: "Feliz día mamá", dijo mientras le daba el ramo de flores. "¡Ay qué lindas! Muchas gracias mi amor", respondió ella emocionada.
Luego llegó el turno de los niños: "Mamá, te queremos mucho", dijeron al unísono mientras le entregaban sus tarjetas. Ella las leyó con una sonrisa en el rostro y les dio un abrazo fuerte.
Durante todo el día la familia pasó tiempo juntos haciendo actividades que les gustaban a todos: jugar al fútbol en el parque, cocinar galletitas caseras e incluso ver una película juntos. Pero llegada la noche algo extraño comenzó a pasar.
Mamá se sentía triste y no sabía por qué. "¿Qué pasa mami? ¿Estás bien?", preguntaron los niños preocupados. "No sé chicos... hoy me siento un poco triste", respondió ella con lágrimas en los ojos.
Juan también notó que algo andaba mal con su esposa: "Mi amor, ¿te pasa algo? ¿Querés hablar?", preguntó él acercándose a ella. Pero mamá no supo explicar lo que sentía.
Los días siguientes fueron iguales: mamá seguía triste sin saber por qué y esto comenzaba a afectar al resto de la familia. Los niños se ponían tristes al verla así y Juan no sabía cómo ayudarla. Un día, mientras jugaban en el parque, Lucas y Sofía conocieron a un niño llamado Tomás.
Él les contó que su mamá también estaba triste y que había ido a hablar con alguien para sentirse mejor. "Fue a hablar con una psicóloga", dijo Tomás.
Los hermanos no entendían mucho sobre ese tema pero decidieron preguntarle a sus padres: "Papá, ¿qué es una psicóloga?", preguntaron esa noche durante la cena. Juan explicó que era una persona especializada en ayudar a otras personas cuando se sentían tristes o angustiadas.
"¿Y si llevamos a mamá con una psicóloga?", propuso Sofía mirando fijo a su papá. Al principio Juan dudaba un poco pero luego pensó que tal vez era lo mejor para mamá: "Me parece bien chicos... vamos a buscar ayuda para ella".
La semana siguiente llevaron a mamá al consultorio de una psicóloga recomendada por amigos cercanos. Al principio ella estaba nerviosa pero luego se sintió muy cómoda hablando con la profesional.
Después de varias sesiones comenzaron a comprender lo que le pasaba: mamá tenía miedo de volver al trabajo después de haber estado varios meses en casa cuidando de los niños. Sentía mucha presión por ser buena madre y buena trabajadora al mismo tiempo.
Gracias al apoyo de su familia y del tratamiento recibido pudo superar este miedo y retomar su trabajo sin problemas. Y aunque todavía tenía días malos, había aprendido a reconocer sus emociones y a pedir ayuda cuando la necesitaba.
Así, la familia Pérez aprendió que no siempre es fácil hablar sobre lo que sentimos pero que buscar ayuda puede ser el primer paso para sentirnos mejor.
Y mamá finalmente pudo disfrutar de su día de las madres junto a su familia, sabiendo que todos estaban allí para apoyarla en todo momento.
FIN.