El regalo musical
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Melodilandia, donde todos los habitantes eran instrumentos musicales. En ese lugar mágico vivían el dulce violín Valentina, el alegre tambor Martín y la hermosa flauta Sofía.
Se acercaba la Navidad y en Melodilandia se respiraba un ambiente de alegría y emoción. Los niños del pueblo estaban ensayando para su gran presentación musical navideña, en la que cada uno debía interpretar un instrumento.
Un día, mientras paseaban por el bosque encantado de Melodilandia, Valentina, Martín y Sofía encontraron a Mateo, un niño triste que no tenía ningún instrumento para tocar en la presentación. Al verlo tan desanimado, los tres amigos se acercaron a él para preguntarle qué le pasaba.
"Hola Mateo, ¿qué te sucede?"- preguntó Valentina preocupada. Mateo miró al suelo con timidez "No tengo ningún instrumento para tocar en la presentación navideña. Todos los demás niños tienen uno y yo me siento muy triste".
Los tres amigos músicos intercambiaron miradas comprensivas. No podían permitir que Mateo se quedara sin participar en esa importante ocasión. "No te preocupes, Mateo"- dijo Sofía con una sonrisa-. "Nosotros vamos a ayudarte a encontrar tu propio instrumento".
Martín comenzó a tamborilear pensativo mientras Valentina tocaba algunas notas con su arco. De repente tuvieron una idea brillante: buscarían en todo Melodilandia hasta encontrar el instrumento perfecto para Mateo.
Los cuatro amigos se adentraron en el bosque encantado, explorando cada rincón en busca de un instrumento que pudiera ser tocado por Mateo. Pasaron días y noches sin descanso, pero no encontraban nada adecuado.
Hasta que una noche, mientras caminaban al borde del río musical, escucharon un sonido misterioso que provenía de la orilla opuesta. Rápidamente cruzaron el puente arcoíris y allí encontraron a Nerea, una niña con una guitarra vieja y desafinada. "¡Eh! ¿Qué están haciendo aquí?"- preguntó Nerea sorprendida al ver a Valentina, Martín, Sofía y Mateo.
Valentina explicó su misión y le contó a Nerea sobre la tristeza de Mateo por no tener un instrumento para tocar en la presentación navideña.
Nerea miró a Mateo con ternura y dijo: "Esta vieja guitarra ya no me sirve, pero si tú quieres puedes usarla para tocar en la presentación". Mateo se emocionó tanto que abrazó a Nerea con gratitud. Ahora él tendría su propio instrumento musical gracias a su nueva amiga.
El día de la presentación navideña llegó finalmente. Todos los niños estaban listos para interpretar sus instrumentos frente a sus familias y amigos. El escenario estaba lleno de alegría y entusiasmo cuando Mateo subió al frente con su guitarra prestada por Nerea.
Al comenzar la canción navideña, algo mágico ocurrió: las notas musicales resonaron más fuerte que nunca antes. La melodía que Mateo tocaba con su guitarra unía los corazones de todos los presentes en una armonía perfecta.
Los aplausos y el cariño del público abrazaron a Mateo. Su instrumento, aunque viejo y desafinado, había demostrado que lo verdaderamente importante era la pasión y el amor por la música.
Desde ese día, Valentina, Martín, Sofía y Mateo se convirtieron en inseparables amigos musicales. Juntos compartían su amor por la música y cada Navidad recordaban aquel mágico momento en el que encontraron el verdadero valor de un instrumento: transmitir alegría y emociones a través de las notas musicales.
FIN.