El regalo perfecto


Había una vez en un pequeño pueblo de Bolivia, dos amigos inseparables llamados Kevin y Alexis. Ambos tenían 9 años y compartían la misma tristeza en sus corazones: extrañaban a sus papás.

Kevin nunca conoció a su papá, por lo que su mamá era su todo, su héroe sin capa.

Alexis, por otro lado, sí había conocido a su papá, pero este se alejó de ellos dejando un gran vacío en su vida; aunque para él, su mamá era una verdadera heroína. Un día soleado mientras jugaban en el parque, Kevin miró hacia el cielo y suspiró. "¿Qué te pasa, Kevin? Pareces triste", preguntó Alexis preocupado.

"Es que hoy es el Día de la Madre y me pone nostálgico pensar en mi mamá. Ella es tan valiente y amorosa... me gustaría poder hacer algo especial por ella", respondió Kevin con melancolía. Alexis asintió con empatía. "Entiendo cómo te sientes.

Mi mamá también es mi héroe. Siempre está ahí para mí, luchando contra viento y marea. "De repente, una idea brillante iluminó los ojos de Kevin. "¡Ya sé! Podemos organizarle una sorpresa a nuestras mamás juntos.

""¡Esa es una excelente idea!", exclamó Alexis emocionado. Los dos amigos se pusieron manos a la obra. Decidieron preparar un desayuno especial para sus mamás con ayuda de la abuela de Alexis.

Cocinaron panqueques con frutas frescas y chocolate caliente; decoraron la mesa con flores silvestres del jardín y tarjetas hechas a mano llenas de amor.

Al llegar la mañana del Día de la Madre, las mamás de Kevin y Alexis se despertaron sorprendidas al encontrar aquella hermosa sorpresa esperándolas en la cocina. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver el esfuerzo y cariño que habían puesto los niños en ese gesto tan especial.

"¡Oh mis amores! ¡Qué hermosa sorpresa nos han dado!", exclamó la mamá de Kevin abrazando fuertemente a ambos niños. Las madres disfrutaron junto a sus hijos aquel desayuno único lleno de sonrisas, risas y amor incondicional. En medio de aquellos momentos felices comprendieron lo importante que eran para sus hijos y viceversa.

A partir de ese día, tanto Kevin como Alexis aprendieron a valorar aún más el papel fundamental que tenían sus madres en sus vidas.

Comprendieron que no importaba si faltaba alguien más porque ellas siempre estarían allí para cuidarlos, protegerlos y amarlos incondicionalmente. Y así fue como dos amigos encontraron consuelo mutuo al valorar profundamente el amor infinito que recibían de las mujeres más importantes en sus vidas: sus madres.

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