El Regalo Perfecto



Era una vez en un pequeño pueblo de Argentina, donde vivían tres hermanos: Lucía, Tomás y Mateo. La llegada de la Navidad les llenaba de alegría y emoción. Pero este año había algo diferente en el aire. Los tres hermanos decidieron que debían hacer el mejor regalo al Niño Jesús.

"¡Yo voy a hacer el regalo más bonito!" - exclamó Lucía mientras pintaba y decoraba una caja llena de dulces.

"No, no, no. Mi regalo será el más espectacular. Voy a construir un pesebre de madera" - dijo Tomás, entusiasmado, mientras buscaba clavos y martillo.

"¡Ja! Eso no es nada! Yo le haré un muñeco de nieve hecho de hojas y piedras" - contestó Mateo, riendo mientras recolectaba materiales por el jardín.

A medida que pasaban los días, la competencia entre ellos se intensificó. Cada uno estaba decidido a demostrar que su regalo era el mejor.

Mientras Lucía pintaba con su pincel, Tomás golpeaba los clavos con fuerza y Mateo trataba de hacer su muñeco, las voces comenzaron a elevarse.

"¡Tu regalo es un desastre, Tomás!" - gritó Lucía.

"¡Como si el tuyo fuera mejor, Lucía! ¡Solo son dulces!" - respondió Tomás, molesto.

"¡Al menos yo tengo creatividad! En cambio, vos no sabés ni usar un martillo!" - dijo Mateo, riéndose de sus hermanos.

La situación se tornó tan tensa que decidieron separarse y trabajar en sus regalos por su cuenta. Lucía se encerró en su habitación, Tomás en el taller de su padre y Mateo en el jardín, todos frustrados.

Esa noche, mientras la familia se reunía para cenar, los hermanos seguían enojados y con la mente en sus regalos.

Sin embargo, esa noche mágica, algo extraordinario sucedió. Una luz brilló en su habitación y, ante sus ojos, apareció el Niño Jesús.

"¿Por qué están tan tristes, niños?" - preguntó el Niño Jesús con una sonrisa cálida.

Los hermanos, sorprendidos, comenzaron a explicarle sus conflictos.

"Yo quiero hacer el mejor regalo, pero mis hermanos solo piensan en ganar" - dijo Lucía.

"Yo solo quiero demostrar que puedo ser el mejor" - agregó Tomás, con un dejo de culpa.

"Yo simplemente quiero que les guste mi regalo" - finalizó Mateo, con lágrimas en los ojos.

El Niño Jesús los miró con ternura y les dijo:

"No se trata de quién hace el mejor regalo, sino de la intención que hay detrás de cada uno. La Navidad es un momento para celebrar la unión y el amor familiar. Los mejores regalos son aquellos que vienen de los corazones unidos."

Los hermanos se miraron entre sí, sintiendo una calidez en sus corazones. Algo mágico sucedió, se dieron cuenta de que en lugar de pelear, podían trabajar juntos.

"¿Qué les parece si hacemos un regalo juntos?" - sugirió Lucía, iluminándose su rostro.

"Sí, eso sería increíble!" - contestó Tomás, sonriendo.

"¡Yo puedo ayudarlos!" - exclamó Mateo, lleno de energía.

Y así, comenzaron a trabajar en un regalo que reunía lo mejor de cada uno: un hermoso pesebre decorado con dulces y un muñeco de nieve que sonreía.

Cuando terminó la Navidad, los tres hermanos entregaron su regalo al Niño Jesús y, juntos, sintieron que ese fue el regalo más especial de todos.

Desde entonces, aprendieron que lo importante en la vida no es competir, sino unir sus corazones y crear juntos momentos mágicos.

Y así vivieron aquellos tres hermanos, siempre recordando la lección que les dio el Niño Jesús: la verdadera alegría está en la unión familiar.

FIN.

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