El regalo que cambió mi vida



Había una vez un niño llamado Mateo que estaba a punto de cumplir 7 años. Desde hacía mucho tiempo, él soñaba con tener un perrito como mascota.

Siempre le decía a sus padres lo mucho que lo deseaba y cómo sería su mejor amigo. El día de su cumpleaños finalmente llegó y Mateo estaba muy emocionado. Sus padres le habían preparado una fiesta sorpresa en el patio trasero de su casa.

Había globos, confeti y todos sus amigos estaban allí para celebrar con él. Cuando llegó el momento de abrir los regalos, Mateo no podía contener la emoción. Uno por uno, abrió cada paquete con ansias.

Pero entre todos los regalos envueltos en papel brillante, había uno especial: una caja grande con agujeros en ella. Mateo miró la caja intrigado y rápidamente la abrió. Para su asombro, dentro encontró a un adorable cachorrito animal saltando hacia él lleno de alegría.

- ¡Ohhh! ¡Un perrito! - exclamó Mateo emocionado mientras sostenía al pequeño can en sus brazos. Sus amigos se acercaron para ver al nuevo miembro de la familia y todos comenzaron a hacerle cariños al cachorro llamándolo —"Rocky" .

A medida que pasaban los días, Rocky se convirtió en el compañero inseparable de Mateo. Juntos exploraban el parque cercano, jugaban a las escondidas e incluso hacían travesuras juntos. Pero un día algo inesperado ocurrió.

Mientras jugaban cerca del río, Rocky se deslizó y cayó al agua. Mateo, asustado, corrió hacia él y trató de rescatarlo, pero el río era muy fuerte y lo arrastraba. Desesperado, Mateo llamó a sus padres para pedir ayuda.

Su papá saltó rápidamente al agua y logró rescatar a Rocky justo a tiempo. - ¡Estás bien, amigo! - dijo Mateo abrazando a su perrito mojado y tembloroso. Desde ese día, Mateo entendió la importancia de cuidar de su mascota.

Aprendió que no debía dejarlo solo cerca del agua sin supervisión y que siempre debía estar atento a su seguridad. Mateo también tomó la decisión de llevar a Rocky a clases de obediencia canina.

Allí aprendieron comandos básicos como sentarse, quedarse quieto y venir cuando se le llamaba. Esto ayudaría a mantenerlo seguro en situaciones peligrosas. Con el tiempo, Mateo se convirtió en un dueño responsable.

Siempre llevaba una correa para pasear con Rocky y recogía después de él cuando hacía sus necesidades en la calle. Un día soleado, mientras caminaban juntos por el parque, Mateo notó un cartel pegado en un árbol que decía: "Se busca perro perdido".

Había una foto del cachorro perdido junto con un número de teléfono para contactar si alguien tenía información sobre él. Mateo recordó cómo se sintió cuando Rocky estuvo en peligro cerca del río y supuso que alguien más podría sentirse igual si perdiera a su amada mascota.

Sin dudarlo ni un segundo, sacó su teléfono y llamó al número del cartel. Resulta que el perro perdido era de una niña llamada Sofía, quien estaba desesperada por encontrarlo. Mateo le contó sobre Rocky y cómo lo había encontrado en su cumpleaños.

Sofía se emocionó tanto que no podía esperar para reunirse con su amado amigo. Mateo y Rocky fueron a la casa de Sofía para devolverle a su mascota. Cuando llegaron, la alegría de Sofía fue inmensa.

Ella abrazó a Rocky con fuerza mientras las lágrimas de felicidad corrían por sus mejillas. - ¡Gracias, Mateo! No sabes cuánto lo extrañé - dijo Sofía entre sollozos. Mateo sonrió y respondió:- Me alegra haber encontrado a Rocky y poder ayudarte.

Pero recuerda, siempre debemos cuidar bien de nuestras mascotas para que no se pierdan o les pase algo malo. Sofía asintió con gratitud y prometió ser un mejor dueño para Rocky.

A partir de ese día, ambos niños se hicieron amigos inseparables, compartiendo aventuras junto a sus adorables mascotas. Y así es como Mateo aprendió la importancia de ser responsable con los animales y cómo una pequeña acción puede hacer una gran diferencia en la vida de alguien más.

FIN.

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