El Regalo Sorpresa de Lucas
Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires y Lucas, un niño de siete años, se despertó con una idea brillante: quería hacerle una sorpresa muy especial a su papá, Fernando, por su cumpleaños. Mientras todos en la casa todavía dormían, Lucas decidió que iba a preparar el regalo perfecto.
Lucas bajó a la cocina y miró a su alrededor. "Voy a usar lo que tenga a mano"-, pensó. Hurgó en los armarios y encontró una caja vacía de cereales, un montón de papeles de colores, pegamento y algunas cosas más.
Primero, decidió forrar la caja con los papeles de colores. "Esto va a quedar increíble"-, exclamó mientras se esforzaba por pegar todo. Pero en su emoción, el pegamento se le quedó pegado en los dedos.
"¡Ay, no!" -gritó Lucas, mirando sus manos llenas de pegamento. No podía moverse con los dedos pegados y terminó intentando despegarse los dedos con más papel.
La cocina se llenó de risas cuando su hermana mayor, Valentina, entró y lo vio. "¿Estás creando una obra maestra o un desastre?"
Lucas se rió y le respondió "¡Un regalo sorpresa para papá! Pero los pegamentos son demasiado pegajosos"-. Valentina le ayudó a liberar sus dedos y le dio algunas ideas para el regalo.
Finalmente, después de un rato de risa y trabajo, Lucas logró hacer una tarjeta que decía: "¡Feliz Cumpleaños, papá!" y metió en la caja algo que él sabía que a Fernando le encantaría: un dibujo de ellos dos, un poco torcido, pero lleno de amor.
Cuando el reloj marcó las 8 de la mañana, Lucas estaba ansioso, así que decidió que no podía esperar más y fue a despertar a su papá.
"¡Papá, despertate! ¡Es tu cumpleaños!" -gritó Lucas mientras saltaba en la cama.
"¿Qué pasa, Lucas?" -respondió su papá, frotándose los ojos.
Lucas le entregó la caja llena de sorpresas.
"¡Mirá lo que te hice!" -dijo con una gran sonrisa.
Fernando, un poco dormido, tomó la caja y empezó a abrirla. Cuando vio el dibujo y la tarjeta, una enorme sonrisa se dibujó en su cara. "¡Gracias, hijo! Esto es lo mejor que he recibido"-.
Pero al sacar el dibujo, se fue un poco de lado, y al caer, hizo que la caja se volcara. "¡Ay!" -gritó Fernando cuando unos equilibristas de juguete que estaban escondidos en la caja saltaron hacia todos lados, azotando el suelo.
Lucas se echó a reír. "¡Es una lluvia de payasos!" -exclamó.
Fernando, sin poder contener la risa, se unió a las carcajadas "Nunca pensé que mi regalo de cumpleaños incluiría un espectáculo de payasos".
Valentina, que se había quedado observando, dijo: "Creo que la última vez que se cayó un payaso, no se levantó". Y todos empezaron a reírse aún más, mientras Lucas intentaba juntar los juguetes que habían rodado por todo el cuarto.
Cuando la risa se calmó, Fernando miró a sus hijos con alegría. "Gracias por este cumpleaños tan divertido. La sorpresa más grande fue ver lo creativos que son".
Lucas sonrió, sintiéndose feliz de haber hecho algo especial para su papá. Y así en un día que comenzó con un regalo, terminó siendo una celebración llena de risas, amor y mucha creatividad, porque a veces los mejores regalos son los que vienen del corazón, aunque tengan algunos percances divertidos.
Y desde ese día, Fernando no solo celebró su cumpleaños una vez al año, sino cada vez que se acordaba del ‘espectáculo de payasos’ y de las travesuras de sus hijos.
FIN.