El regreso a casa de las hermanas Keli


Luna era el nombre del hada, una criatura mágica que vivía en lo más profundo del bosque encantado. Ella era conocida por su bondad y sabiduría, siempre dispuesta a ayudar a quienes lo necesitaran.

Un día, mientras volaba entre los árboles, escuchó tres voces infantiles llamando su nombre. "¡Luna, Luna!", gritaban las niñas Keli desde la orilla de un arroyo cercano.

La hada se acercó con curiosidad y vio a las tres hermanas: Keli mayor, Keli mediana y Keli menor. Estaban llorando porque habían perdido su camino de regreso a casa después de jugar en el bosque. "¿Qué les pasa, queridas?", preguntó Luna con ternura.

"Nos perdimos y no podemos encontrar el camino de vuelta", sollozó Keli mayor. Luna sonrió con calma y extendió sus alas brillantes. "No se preocupen, yo las ayudaré a regresar a casa", dijo con voz tranquilizadora.

Las tres niñas miraron maravilladas cómo Luna invocaba su magia para iluminar el sendero oscurecido por la densa vegetación. Con paso seguro, siguieron al hada mientras ésta les contaba historias sobre valentía y amistad.

Después de un largo caminar, finalmente llegaron al borde del bosque donde las esperaban sus padres angustiados. Al verlas sanas y salvas gracias a Luna, los adultos dieron gracias emocionados. "¡Gracias por traerlas de vuelta!", exclamaron abrazando a sus hijas.

Luna sonrió con humildad y les recordó a todos que la verdadera magia reside en la fuerza del amor y la solidaridad entre seres queridos. Las niñas aprendieron una valiosa lección aquella tarde: nunca estaban solas cuando tenían amigos como Luna dispuestos a guiarlas en momentos difíciles.

Desde ese día en adelante, las hermanas Keli visitaban regularmente al hada Luna en el bosque encantado para compartir nuevas aventuras juntas y fortalecer su vínculo especial.

Y así, entre risas y juegos mágicos, crecieron felices sabiendo que tenían un tesoro invaluable: la amistad sincera que duraría para siempre.

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