El Regreso a la Empatía
En un bosque encantado vivía una pequeña niña llamada Dani. Desde muy pequeña, Dani tenía una conexión especial con los animales. Ella pasaba horas jugando con los ciervos, charlando con los pájaros y cuidando de las flores más hermosas. "¡Hola, Dani! ¡Vamos a jugar!", le gritaba su amigo el conejito.
Con el tiempo, Dani comenzó a crecer y su enfoque empezó a cambiar. Ya no pasaba tanto tiempo con sus amigos animales. En su lugar, empezó a preocuparse más por su apariencia. Un día, mientras se miraba en el agua clara de un arroyo, exclamó: "¡Quiero ser la niña más hermosa del bosque!".
Los animales, preocupados por ella, se reunieron para hablar sobre lo que estaba ocurriendo. "¿Qué le ha pasado a Dani?", se preguntó la tortuga. "Ella solía ser tan amable y divertida", añadió la ardilla.
Decidieron hacer un plan. "Vamos a mostrarle la verdadera belleza. La de su corazón", sugirió el búho sabio.
Una mañana, mientras Dani se preparaba para ir a admirarse al espejo natural, los animales le prepararon una sorpresa. Pasto fresco, flores de colores y un cielo despejado. "Mirá, Dani, ¡tenemos una fiesta! ”, le dijeron.
Dani, intrigada, decidió unirse a la celebración. Al llegar, vio a sus amigos bailando y jugando. "¿Por qué no me habían contado de esto?", preguntó sorprendida. "Porque estabas muy ocupada mirándote a ti misma", contestó el ciervo.
Dani sintió un pequeño tirón en su corazón. "Pero... ¡los extrañé tanto!"
"Y nosotros también a vos”, respondió el conejo con dulzura.
Durante la fiesta, todos compartieron historias sobre la generosidad y la importancia de cuidar a los demás. Con cada relato, Dani se dio cuenta de lo que realmente importaba en la vida. "Siempre fui feliz porque me importaban los demás. Pero me olvidé de eso”, reflexionó en voz alta.
Un momento después, el búho se acercó y le dijo: "La belleza externa es pasajera, pero la verdadera belleza es el amor que compartimos".
Fue esa revelación la que hizo que Dani redescubriera su esencia. Empezó a ayudar a sus amigos animales nuevamente. Con el tiempo, Dani aprendió que la empatía y el amor son mucho más hermosos que cualquier espejo. "Voy a ser la niña que siempre fui, la que cuida de todos ustedes", prometió con una sonrisa.
Desde ese día, junto a sus amigos, comenzó a crear un jardín donde todos los animales podían jugar y sentirse seguros. "Mirá, ¡es un hermoso lugar!", dijo la ardilla, mientras jugaba entre las flores.
Dani se unió a ellos y se dio cuenta de que la verdadera felicidad radica en el tiempo compartido y el amor por los demás. "Este es mi nuevo reflejo", se dijo mientras sonreía, rodeada de amigos.
Así, Dani nunca más se olvidó de sus valores, y cada vez que miraba el arroyo, lo hacía con amor y alegría, sabiendo que su belleza verdadera brillaba desde su corazón.
FIN.