El regreso de Alf



Nicole vivía en un pequeño barrio rodeado de árboles y flores. Tenía un conejo llamado Alf, que era su mejor amigo. Alf era un conejo de orejas largas y suaves, y tenía un pelaje blanco como la nieve que brillaba bajo el sol. Cada mañana, Nicole lo sacaba a pasear por su jardín y juntos disfrutaban de aventuras.

Un día, mientras paseaban, Alf se detuvo a oler una flor muy colorida.

"¡Mirá, Alf! Esa flor es preciosa, ¿no?" dijo Nicole, emocionada.

Pero cuando se dio vuelta, Alf había desaparecido. Nicole buscó por todos lados. Llamó.

"¡Alf! ¡Alf! Ven aquí, amigo!" gritó, con la voz llena de preocupación.

Nicole corrió de vuelta a la casa. Su mamá la miraba con rostro preocupado.

"¿Qué sucede, Nicole?" preguntó.

"¡Alf se ha perdido! No puedo encontrarlo por ninguna parte!" respondió Nicole, con lágrimas en los ojos.

La mamá de Nicole se agachó a su altura y le dijo:

"No te preocupes, cariño. Quizás se esté escondiendo en un lugar divertido. Vamos a buscarlo juntas."

Entonces, mamá y Nicole comenzaron a buscar. Fueron al parque del barrio, llamando a Alf.

"¡Alf! Ven, es hora de ir a casa!"

Pero no había señales de Alf.

Después de varias horas de búsqueda, Nicole estaba triste.

"¿Y si nunca regresa?" preguntó, con la mirada hacia el suelo.

La mamá la abrazó y le dijo:

"A veces, los animales necesitan un tiempo para explorar. Solo debemos tener paciencia y fe. Él es un conejo inteligente. Estoy segura de que volverá."

Nicole se sentó en un banco del parque. Miró las nubes y empezó a pensar en las aventuras que habían tenido juntos.

Sin embargo, al caer la tarde, Nicole decidió que no podía rendirse. Si Alf se escapó, ¡tenía que encontrarlo!"Mamá, tengo una idea. Vamos a crear carteles y a preguntarle a los vecinos si lo han visto. ¡No podemos dejar que Alf se pierda para siempre!" dijo con determinación.

La mamá sonrió, contenta con la actitud de su hija.

"¡Buena idea! Haremos carteles y pondremos tu número de teléfono para que te llamen si lo ven."

Así que juntas, recortaron papel, dibujaron el rostro de Alf y escribieron: "Se busca conejo Blanco llamado Alf. ¡Por favor, llámame al 555-1234!"

Colocaron los carteles por todo el vecindario. Pasaron un par de días, y aunque las esperanzas de Nicole empezaban a desvanecerse, ella seguía buscando. Con cada día que pasaba, también aprendía más sobre el valor de la amistad y los lazos que se forman.

Un fin de semana, mientras Nicole estaba jugando en su jardín, de repente escuchó un ruido. Se giró y vio algo que le hizo latir el corazón. ¡Era Alf! El conejo estaba de regreso, saltando hacia ella.

"¡Alf! ¡Eres tú!" gritó emocionada, corriendo hacia él y abrazándolo.

Alf parecía contento de volver a casa.

"¿Dónde estuviste, amigo? Te estuve buscando por todas partes."

Alf, claro, no podía responder. Pero se sentó en las piernas de Nicole y la miró con esos ojos dulces que tanto la conocían.

"Nunca más te dejaré salir solo," prometió Nicole, poniendo una cintita en su collar.

Desde ese día, Nicole cuidó a Alf con más esmero. Aprendió la importancia de ser responsable y de cuidar a quienes amamos. Siempre quiso aventuras, pero entendió que a veces la mayor aventura es estar seguros en casa con los que queremos.

Así, la vida de Nicole y Alf volvió a la normalidad, llena de juegos y paseos. Y aunque Alf había tenido su aventura, nunca olvidó lo mucho que significaba tener a Nicole a su lado.

FIN.

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