El Regreso de Jeff



En un pequeño barrio de Buenos Aires vivía un niño llamado Alex. Tenía diez años y era inseparable de su perro Jeff, un simpático golden retriever que siempre lo acompañaba a todos lados. Juntos jugaban, corrían por el parque y compartían los mejores momentos. Pero un día, Jeff desapareció. Alex lo buscó por toda la casa, el jardín y el barrio, pero no encontró ninguna pista de su querido amigo. La tristeza llenó su corazón.

Los días pasaron y aunque Alex intentaba jugar con otros niños, la alegría no volvía a su rostro.

"Vení, jugamos a la pelota, Alex" - le decía su amigo Lucas, intentando animarlo. Pero Alex respondía:

"No sé, Lucas. Me gustaría que Jeff estuviera aquí..."

A pesar de que todos intentaban distraerlo, sólo podía pensar en su mascota. Entonces, se decidió a hacer algo.

"Tal vez si hago un cartel y lo pongo en el parque, alguien lo vea y me diga dónde está" - pensó y así lo hizo. Creó un colorido cartel que decía "Buscando a Jeff, si lo ves, llámame" y lo pegó en todos los postes del barrio.

Los días se hicieron largos. Una tarde, mientras Alex jugaba solo en su habitación, el silencio lo envolvía. Intentaron distractores como los rompecabezas, los videojuegos e incluso dibujó muchas veces a Jeff, pero nada parecía calmar el vacío que llevaba en su corazón.

"Quizás debería dejar de buscarlo" - murmuró, sintiéndose derrotado. De repente, entre sus pensamientos, escuchó algo. Era un ladrido familiar.

"¿Es posible que sea Jeff?" - se preguntó emocionado. Salió corriendo hacia el patio, sintiendo una chispa de esperanza. Cuando llegó, vio una sombra cerca del arbusto. Con el corazón latiendo fuerte, se acercó lentamente.

El ladrido se repetía y en ese momento, la sombra se movió un poco más. Alex se agachó y en un instante vio la cara de Jeff.

"¡Jeff! ¡Sos vos! ¡Estás aquí!" - gritó Alex, llorando de felicidad. Jeff saltó sobre él, llenándolo de lamidos y alegría.

"Te extrañé tanto" - le decía Alex mientras acariciaba a su perro.

Jeff empezó a dar vueltas y a ladrar, mostrando que estaba feliz de regresar. Sin embargo, Alex se dio cuenta que Jeff no estaba solo. Detrás de él, había un grupo de niños.

"Nosotros encontramos a Jeff!" - exclamó una niña. "Se había metido en nuestro jardín y no quería salir, estaba jugando con nuestra mascota!"

La mirada de Jeff hacía los niños mostraba lo agradecido que estaba.

"¡Gracias! No saben cuánto los agradezco!" - dijo Alex con lágrimas en los ojos, pero ahora de felicidad.

"¿Pueden venir a jugar?" - preguntó uno de los niños. Alex sonrió al escuchar aquella pregunta y asintió con la cabeza.

El parque, que antes parecía vacío, se llenó de risas y ladridos. Alex, Jeff y los nuevos amigos disfrutaron de una tarde maravillosa, jugando hasta que el sol comenzaba a esconderse.

"Sabés, Jeff, a veces la tristeza puede ser difícil de manejar, pero siempre hay una luz al final del camino" - le dijo Alex mientras acariciaba su suave pelaje.

De regreso a casa, Alex entendió que aunque a veces las cosas no salen como queremos, siempre hay momentos que pueden cambiarlo todo. Y sobre todo, que la verdadera amistad trasciende cualquier dificultad.

Así aprendió que lo importante es nunca perder la esperanza y que siempre puede haber una nueva oportunidad de ser feliz con aquellos que amamos.

FIN.

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