El regreso de Jeff
Había una vez un niño llamado Alex que vivía en una casa pequeña con su mejor amigo, un perro llamado Jeff. Jeff era un golden retriever juguetón que siempre hacía reír a Alex con sus travesuras. Cada día, después de la escuela, corrían juntos por el parque, jugaban a la pelota y compartían sus secretos. Pero un día, algo terrible sucedió. Jeff desapareció.
Alex buscó por todas partes. Preguntó a los vecinos, miró en el parque y hasta revisó debajo de su cama. Pero Jeff no estaba.
Pasaron los días, y a medida que el sol iluminaba las mañanas, Alex sentía un dolor muy grande en su corazón. Intentaba mantenerse ocupado. Jugueteaba con sus legos y leía cuentos, pero nada podía llenar el vacío que dejó su perro.
"Quizás si juego con algo diferente, me olvidaré de esto" - pensó Alex.
Así que decidió salir al patio y jugar con su pelota de fútbol. Pateó la pelota una y otra vez, pero cada vez que el balón chocaba con el suelo, sentía que un pedacito de su corazón se quebraba.
"Esto no es lo mismo sin Jeff. Él siempre animaba todo" - suspiró.
Estaba tan concentrado en sus pensamientos que no se dio cuenta de que el sol empezaba a esconderse y el cielo se teñía de un hermoso color naranja. De repente, Alex escuchó un ladrido familiar.
"¿Qué fue eso?" - se preguntó, levantando la vista y mirando a su alrededor.
Los ladridos se hacían cada vez más fuertes, y su corazón dio un vuelco. Miró hacia la esquina del jardín y vio una sombra moverse entre los árboles. Alex corrió con todas sus fuerzas.
"¡Jeff!" - gritó emocionado, pero la sombra seguía moviéndose. Ya estaba casi allí cuando un destello dorado saltó hacia él.
Era Jeff, su amado perro. Con su cola moviéndose como un ventilador y los ojos llenos de alegría, se lanzó hacia Alex.
"¡Jeff! ¡Te encontré!" - Alex llenó de lágrimas su rostro mientras abrazaba a su perro.
"No sabes cuánto te extrañé" - dijo, llenando los pelajes de Jeff con besos.
Jeff, con su forma juguetona, lamió la cara de Alex como si le dijera que todo estaba bien, que ya había vuelto.
"¿Dónde estuviste todo este tiempo?" - preguntó.
Jeff solo movió su cola y pasó corriendo hacia el parque, invitando a Alex a seguirlo. Era hora de jugar, el dolor se había esfumado como por arte de magia.
Después de un buen rato, Alex se sentó en el césped y miró a su alrededor, feliz de tener a Jeff de vuelta.
"Sabes, Jeff, a veces me sentí muy triste sin vos. Pero ahora sé que siempre hay esperanza, y que aunque a veces perdemos a quienes amamos, la alegría puede regresar. Solo hay que seguir buscando" - reflexionó Alex, acariciando el suave pelaje de su perro.
Desde ese día, Alex aprendió a siempre recordar los momentos felices con Jeff, y aunque a veces sentía tristeza, sabía que el amor y la amistad superaban cualquier distancia. La amistad iba y venía como las estaciones, pero siempre regresaría, como su querido Jeff que estaba ahí para llenar cada día de alegría.
Así, con su perro de vuelta, Alex se prometió buscar siempre el lado positivo de la vida, porque aunque a veces pasen cosas tristes, también hay una luz brillando en el camino.
Y así fue como Alex y Jeff continuaron jugando y explorando, juntos por siempre, siempre listos para nuevas aventuras.
FIN.