El regreso de los tres amigos



Había una vez, en un bonito barrio de Buenos Aires, tres perritos que eran los mejores amigos del mundo: Tito, un travieso beagle; Lila, una dulce cocker spaniel; y Rocco, un fuerte bulldog.

Los tres pasaban sus días corriendo por el parque, jugando a la pelota y explorando los alrededores, hasta que un día, de repente, la vida les dio un giro inesperado. La familia de Tito recibió la noticia de que tenían que mudarse muy lejos, al otro extremo de la ciudad.

"¿Por qué nos separan, Tito?" - preguntó Lila con tristeza en sus ojos.

"No lo sé, amigos. Solo sé que tengo que irme." - respondió Tito, con una voz apagada.

Los días sin Tito comenzaron a ser muy difíciles. Rocco y Lila extrañaban mucho a su amigo.

"¿Por qué no viene a visitarnos?" - dijo Rocco con un suspiro.

"Su nueva casa queda muy lejos y su familia está muy ocupada. No puedo creer que no lo podamos ver más..." - contestó Lila, lamiéndose la pata.

Pasaron las semanas y, aunque Rocco y Lila intentaron llenar el vacío que dejó Tito, la alegría no era la misma. Un día, mientras jugaban, Rocco se detuvo y dijo:

"Siento que Tito está muy triste. Tal vez no le gustan sus nuevas aventuras."

Eso hizo que ambos se animaran a pensar en hacer algo al respecto.

"¡Vamos a ayudarlo! Necesitamos que vuelva a ser feliz. ¿Cómo lo haremos?" - exclamó Lila.

Así que armados de emoción y un plan en sus cabezas, decidieron hacer una visita sorpresa a Tito. Juntaron todo lo que necesitaban para el viaje y a la mañana siguiente, sin decirle a nadie, partieron hacia la nueva casa de Tito.

El viaje fue complicado. Rocco, aunque fuerte, se agotó rápidamente. Lila intentaba animarlo:

"¡Vamos, amigo! ¡Estamos cerca! ¡Tito nos necesita!"

Finalmente, después de varias aventuras y un montón de risas, llegaron a la nueva casa de Tito. Pero al momento de tocar la puerta, se dieron cuenta de que su amigo no estaba en casa.

"¡Pucha! ¿Y ahora qué hacemos?" - se lamentó Lila.

"Debemos quedarnos a esperarlo. No podemos rendirnos así de fácil" - gritó Rocco con determinación.

Esperaron y esperaron. Finalmente, Tito llegó a casa y al ver a sus amigos, su cara se iluminó.

"¡Lila! ¡Rocco! ¿Qué hacen aquí?" - gritó Tito, saltando de alegría.

"Vinimos a traerte de vuelta a casa. ¡Nos haces falta!" - respondió Lila con una sonrisa.

"Sí, no somos los mismos sin vos" - dijo Rocco, moviendo su cola emocionado.

Pero Tito empezó a dudar:

"Pero, chicos, ¡aquí tengo una nueva familia! Y aunque la extrañe tanto, no puedo dejarlos."

Lila y Rocco se miraron, preocupados. No querían que Tito se sintiera mal, pero sabían que él sabía que lo mejor alquilina era estar juntos.

"¿Y si hablamos con tus papás?" - sugirió Rocco.

"Tal vez ellos entiendan que no solamente tú eres parte de ellos, sino también de nosotros."

"¡Sí! Estoy seguro de que ellos también lo extrañan!" - acotó Lila emocionada.

Así que los tres amigos decidieron hablar con la familia de Tito. Con su cola meneando de lado a lado, Tito se acercó y sus padres notaron la felicidad en sus ojos.

"¿Por qué estás tan contento, Tito?" - preguntó su mamá.

"Porque mis amigos vinieron a visitarme, y..." - empezó Tito, mirando directamente a Rocco y Lila "...y me doy cuenta de cuánto los extraño."

Sus padres, viendo lo especial que era esa amistad, comenzaron a hablar entre ellos. Unos días después, se sentaron nuevamente con Tito:

"Hijo, hemos visto lo triste que has estado. Tal vez deberíamos considerar regresar un poco más cerca de tus amigos. Tu felicidad es lo más importante para nosotros."

Las palabras de los padres de Tito llenaron su corazón de alegría.

"¿¡Realmente podemos volver! ?" - gritó Tito.

"Sí, pero debemos hacer todo lo posible para que sea un buen cambio, no solo para vos, sino para todos" - respondió su papá con una sonrisa.

Y así fue como, un día muy pronto después, la familia de Tito se mudó de vuelta a su viejo barrio. Recibió un abrazo gigante de Rocco y Lila.

Desde entonces, el parque volvió a llenarse de risas, juegos y carreras de los tres amigos. Aprendieron que aunque a veces la vida te ponga obstáculos, la amistad siempre encontrará la forma de sobrevivir y, muchas veces, ¡traer incluso más felicidad de lo que se había perdido!

Y así los tres perritos vivieron felices, recordando siempre que lo más importante no son las distancias, sino los lazos que construimos con los que amamos.

Fin.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!